Fue por los Acuerdos de Múnich. Por eso se le
ocurrió a E.G.C. Brandt nominar a Adolf Hitler al
Premio Nobel de la Paz en 1939
A Brandt le pareció
lógico nominar a Hitler al Nobel de la Paz, a raíz de su participación en los Acuerdos de Múnich |
La paz es la ausencia de conflictos, en este ámbito, de
conflictos armados. En 1939, Hitler invadiría
Polonia desatendiendo los consejos de Gran Bretaña y desencadenando una de
las mayores masacres que ha conocido la Historia: la Segunda Guerra Mundial y
el voraz odio a todo aquello que sonase a judío, oliese a judío y supiese a
judío; de todo aquello susceptible de sospecha judía.
El caso es que a Brandt le pareció lógico nominar a Hitler al Nobel de la Paz a raíz de su participación en los Acuerdos de Múnich por los que Italia, Francia e Inglaterra permitieron que Alemania se embolsase legalmente los Sudetes checoslovacos sin la presencia física de su entonces propietario, el Presidente Edvard Benes.
El caso es que a Brandt le pareció lógico nominar a Hitler al Nobel de la Paz a raíz de su participación en los Acuerdos de Múnich por los que Italia, Francia e Inglaterra permitieron que Alemania se embolsase legalmente los Sudetes checoslovacos sin la presencia física de su entonces propietario, el Presidente Edvard Benes.
Precisamente fueron estos acuerdos los que animaron a la Wehrmacht a
quedarse con el resto de Checoslovaquia bajo la excusa de supuestos pogromos
que el pueblo checo estaba cometiendo contra los alemanes de los Sudetes. Eso
mismo haría meses después, a lo Skorzeny, con Polonia. El desenlace, ya se
sabe, queda en las retinas de millones de observadores de extrarradio en forma de muertos, vivos y no, de los
campos de concentración nazis.
Los motivos
La candidatura de Hitler se barajó como cualquier otra; también se hizo
campaña. Con el mismo porcentaje de adeptos que de detractores, Gertrude Stein, escritora y judía que acostumbraba a decir «no creas
que no puedes estar senil a los 22 años», parece ser la mayor defensora de la
candidatura de Hitler. Entrevistada por el New York Times en 1934, Strein
aseguraba que «la expulsión de los judíos» derivaría en la paz mundial.
Hay quien asegura que la escritora acostumbraba a llevar el brazo en alto, pero
también hay quien considera que no, que todo fue fruto de la ironía «de una mujer narcisista pero no antisemita».
Sea como fuere, Hitler estuvo rondando el Nobel de la Paz. En el apartado de nominaciones de la página web oficial de los Premios Nobel, aparece la candidatura
de Adolf Hitler, «Canciller y Führer de Alemania», cuyos méritos habrían sido el
ser «el líder del Partido Nacionalsocialista Alemán». Lo estuvo aunque a su sugeridor
inicial le entrasen los remordimientos
e intentase retirar su candidatura cuando se dio cuenta de la que se le venía
encima: E.G.C. Brandt «retiró la nominación el 1
de febrero de 1939, puesto que el hombre nunca pensó que aquella «sería tomada
en serio». No lo consiguió.
Por levantar ampollas o no en lo que a polémica se refiere, lo que sí se
esfumó fue toda la información relativa a esta nominación cuando Hitler liberó
la bestia de la guerra sobre Europa. Como si nada hubiese pasado.
Autora| Virginia Mota
San Máximo
Imagen| La
voz del muro
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