La circuncisión fue adoptada como estrategia para reclamar su autonomía frente a los hombres del consejo local que trataban de controlar el cuerpo femenino y sobre todo frente al poder colonial que pretendía controlar la política africana
Bronislaw Malinowski en las Trobriand |
En la publicación
anterior introducíamos, en términos generales, la cuestión del relativismo.
En esta entrada la intención es hacer reflexionar sobre esta problemática
tomando ejemplos prácticos. En dos entradas
anteriores, abordamos la práctica de la
mutilación genital femenina y el problema de la medicalización, en este
texto volveremos a hacer referencia a esta práctica e incluiremos otro ejemplo de práctica tradicional: el Sati
(inmolación de la viuda) de la India.
En un polémico texto al que hemos hecho referencia en
ocasiones anteriores, La Barbera (2010) presenta la MGF como elemento de cohesión social y de
pertenencia al grupo, es decir, como un elemento de “identidad cultural”. Para
reforzar este plano de la práctica utiliza, además, el ejemplo de las “Ngaitana”
de Kenia. Con este
término se autonombraron las jóvenes que, en 1956, como protesta ante el
consejo local (constituido por hombres), que se encontraba bajo el mando de la
administración colonial, de la ciudad de Meru que votó por la prohibición de la MGF. La Barbera se
expresa en los siguientes términos: “La prohibición obtuvo como respuesta la
circuncisión en masa de adolescentes que, sin
ceremonias ni celebraciones, se circuncidaron a ellas mismas. Ngaitana fue el nombre que se dieron y formaron
parte de la rebelión Mau Mau, trasformando
la circuncisión en una medida para demostrar fidelidad a la tradición Kikuyu,
el grupo étnico más grande de Kenia (Pedersen 1991: 677-680). La circuncisión fue adoptada como
estrategia para reclamar su autonomía frente a los hombres del consejo local
que trataban de controlar el cuerpo femenino y sobre todo frente al poder
colonial que pretendía controlar la política africana. Desafiando la
dominación colonial, las intervenciones rituales sobre los genitales femeninos
—interpretadas desde la perspectiva occidental como un mero instrumento de
control y opresión de las mujeres— se trasformaron en un instrumento de
empoderamiento y resistencia (Kershaw 1997: 190; Presley 1988).” (La Barbera,
2010: 479)
De
esta manera, la autora presenta esta
práctica como un elemento identitario, connotándola automáticamente como valiosa,
desde su perspectiva, ya que supone un “empoderamiento” de los valores “nativos” frente al colonialismo.
Pero con esta “buena intención” tan culturalista-relativista ignora factores
determinantes de esta práctica mencionados en el artículo
introductorio sobre el tema.
Otra
práctica controvertida es el “Sati”
o “inmolación de la viuda”
propia de la India. Esta práctica, abolida por el Imperio Británico en 1829,
consiste en que, fallecido el marido, la
viuda arda viva en la pira funeraria junto a él. Lo cierto es que, pese a
que su abolición, se han registrado casos en años recientes. Uno muy llamativo
fue el de Roop Kanwar, en 1987. Esta
joven universitaria del Rajput había contraído matrimonio mediante un
“matrimonio concertado” pero su marido murió de cáncer y ardió en la pira
funeraria junto a él. El caso fue controvertido ya que no quedó claro si ella realizó el Sati voluntariamente
o bajo la presión de sus parientes.
Se dice que, el día del funeral, ella
parecía estar severamente drogada. Por ello, grupos de mujeres organizaron
marchas en protesta contra la práctica. Al mismo tiempo, tanto hombres como mujeres rajput defendieron la práctica sobre la base
del relativismo cultural, sentenciando que el sati es una antigua tradición rajput. De
esta manera, reclamaban el derecho a practicar el sati como parte de su cultura y Roop
Kanwar se convirtió en el símbolo de los extremistas rajput. Los activistas indios de los derechos
humanos fueron señalados como “imperialistas occidentales que trataban de
imponer su opinión sobre la antigua cultura de la India” y el movimiento
feminista indio fue desacreditado por denigrar la cultura nacional y por su
falta de “orgullo nacional”.
En su análisis de este caso, Elizabeth
Zechenter (1997) plantea una serie de preguntas que invitan a la reflexión:
¿Importa realmente si Roop Kanwar realizó el sati voluntariamente? ¿Sería una práctica cultural justificada si
ella lo hizo voluntariamente? ¿Tenía ella el derecho de rechazar las
prácticas culturales de su cultura o su grupo étnico o está obligada, por el hecho de haber nacido en esa cultura o grupo, a
acatar esa práctica independientemente de lo injusta que pueda ser? ¿Sería
el sati justificable si la mayoría del
grupo lo apoyase? ¿Qué ocurriría si los que apoyan el
sati son oportunistas políticos que usan esta práctica para ganar apoyos
políticos y dividir a la sociedad india?
Bibliografía
Bourdieu, P. (1997) Razones
prácticas: Sobre la teoría de la acción. España: Anagrama
La Barbera, Maria Caterina (2010)
"Intervenciones sobre los genitales femeninos: Entre el bisturí y el
cuchillo ritual" en Revista de Dialectología y Tradiciones
Populares vol. LXV,
nº2, pp. 465-488, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi:
10.3989/rdtp.2010.16.
Zechenter,
E. M. (1997) “In the name of Cultural Relativism and the Abuse of the
Individual” en Journal of Anthropological Research. Vol.
53. Nº 3. (Autumn, 1997). Pp. 319-347.
Autora| Diana Sonia
Díaz-Valdés Teran
Imagen| Wikipedia
Vía| Ver Bibliografía
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