La
'revolución neolítica' fue una transformación de la vida del
hombre prehistórico mediante la producción de los alimentos y la
sedentarización de los grupos humanos
Recreación de una escena del Neolítico |
No
hay mayor revolución en la historia que aquella que conlleva un cambio
total en los modos de vida de la humanidad. Si nos remontamos a
los tiempos prehistóricos, el mayor cambio socioeconómico vino
propiciado por el paso de la depredación del medio a la
producción de los alimentos, del modo de vida nómada al
sedentario y, expresado en otros términos, del Paleolítico al
Neolítico.
En
el Paleolítico, grosso modo, la economía depredadora de los
pequeños grupos humanos nómadas se fundamentaba en la caza, la
pesca y la recolección, teniendo prioridad unas u otras
dependiendo del medio en cuestión. Sin embargo, por algún o algunos
motivos aún no esclarecidos totalmente, hubo un momento de 'cambio' en el que esas actividades económicas
se tuvieron que complementar con otras de producción de
alimentos para poder subsistir, pero pasando antes por un período
intermedio que los prehistoriadores han denominado Mesolítico.
El
Mesolítico se identifica con las últimas
bandas de cazadores, pescadores y recolectores. Este período,
según las zonas, se dio entre el
10.000 a. C. y el 7.500 a. C. Los hábitos de las
culturas del Mesolítico eran básicamente nómadas, con
asentamientos estacionales de invierno y campamentos de verano. Sin
embargo, en el Oriente Próximo y en algunas regiones costeras de
Europa, allí donde encontraron recursos suficientes y regulares,
comenzaron a sedentarizarse.
Este
cambio fue posible gracias a la ampliación del espectro
alimentario, que incluyó una gran variedad de alimentos que en
el Paleolítico superior posiblemente no se consumían; a la pesca
intensificada; a la caza con desplazamiento tras los animales
como forma de simbiosis con ellos, formando incluso rebaños; a la
selección de especies vegetales como las gramíneas; y al uso
de un nuevo utillaje lítico más especializado. En general, el
cambio se produjo gracias a un período de experimentación, de
producción incipiente y de
tanteo del medio natural.
A
este periodo de aprendizaje, debido a un posible cambio socioeconómico, le siguió lo que actualmente se conoce como la
“revolución neolítica”. Con este término los
especialistas hacen referencia a una serie de variaciones en los
modos de vida humanos que llevaron a la aparición de la agricultura,
al invento de la ganadería, a los cambio en la cultura material, al
trueque de productos, etc. En definitiva, una transformación de
la vida del hombre prehistórico mediante la producción de los
alimentos y la sedentarización de los grupos humanos que, como se
analiza en lo que sigue, se ha intentado explicar con múltiples
teorías.
La
teoría de los cambio medioambientales y de los “oasis”,
de V. Gordon Childe, pone énfasis en la importancia
que tuvo, para este cambio de las formas de vida depredadoras, la variación en las condiciones climáticas del Holoceno. La modificación
del clima pudo conllevar la desecación de amplias extensiones de
tierra, que en el Próximo Oriente se tradujeron en pequeños
reductos con recursos hídricos, que sirvieron para acoger gramíneas
y ciertos animales susceptibles de ser conservados por los humanos.
Ese proceso favorecería la sedentarización de estos pequeños
grupos.
Mapa del territorio denominado Creciente Fértil |
A
partir de la neolitización del Próximo Oriente, Gordon Childe
abogó por una base difusionista según la cual el Neolítico se
expandió hacia el Mediterráneo y Europa. Sin embargo, esta teoría
de los “oasis” se debilitó más tarde porque se demostró que en
el Próximo Oriente, la supuesta cuna del Neolítico, los cambios
climáticos no fueron tan considerables como se pensaba.
Por
otro lado, R. J. Braidwood lanzó la teoría de las zonas
nucleares según la cual,
aunque el clima no cambió radicalmente, en ciertas zonas de la
población aumentó y evolucionó tecnológicamente hacia una mayor
especialización.
M.
N. Cohen, mediante su
teoría de la presión demográfica,
explica asimismo que el crecimiento demográfico pudo amenazar el
equilibrio de los recursos naturales y, por tanto, las sociedades
prehistóricas se pudieron ver obligadas a incrementar
artificialmente el volumen de plantas mediante la práctica de la
agricultura.
Del
mismo modo, unos discípulos de R. J. Braidwood, K. Flannery
y L. Binford,
apostaron más tarde por la teoría de las áreas
marginales, según la cual la
transformación al Neolítico se produjo en las zonas periféricas a
las que emigraron los grupos humanos por la presión demográfica del
momento. Las zonas marginales, por tanto, fueron las que produjeron
el cambio una nueva estrategia de abastecimiento por la escasez de
recursos y la presión demográfica. No fue tan importante la
invención de la agricultura y la ganadería como el comportamiento
de los grupos y su adaptación al medio.
Por
último, J. Cauvin es
más afín a la teoría ideológica
en la que, por encima de determinismos ambientales y
económicos, el desarrollo de las nuevas formas de vida fue el
resultado de unas estrategias humanas vinculadas a la necesidad de
supervivencia, sobre todo en el caso de la invención de la
agricultura.
De
cualquier forma, queda patente que falta aún mucho por investigar
para poder explicar claramente el origen de los factores que realmente provocaron el Neolítico, sobre todo en ciertas regiones más concretas. Está
claro que no todos los elementos característicos del Neolítico
debieron aparecer en el mismo lugar ni al mismo tiempo.
Las
investigaciones evidencian que los modos de vida productivos y
sedentarios pudieron surgir en distintos lugares y en fechas
diferentes. Sin embargo, la cronología más elevada, por el
momento, se encuentra en el Próximo Oriente sobre el 9.000 a. C.
aproximadamente. Más tarde se localiza en otras zonas, como Europa,
en las que pudo surgir bien por difusión de los conocimientos del
lugar originario o bien por un surgimiento autónomo de las nuevas
formas de vida en diferentes territorios. Lo cierto es que en zonas
como Asia Oriental o América es más complicado pensar en la
llegada del Neolítico desde tierras próximo orientales a la manera
que proponen los difusionistas.
En
conclusión, el proceso de neolitización fue lento, diacrónico y
desigual. Posiblemente requirió una larga etapa de
experimentación, pero una vez producido no hubo regresiones y los
logros obtenidos se expandieron por doquier.
Autor| José
Antonio Cabezas Vigara
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