La
situación geográfica de Regina Turdulorum no
es azarosa, sino que se emplaza en un fructífero paisaje
Teatro romano de Regina Turdulorum |
En el sur de
Extremadura, en la confluencia de las
últimas estribaciones de la Sierra Morena con la Campiña de Llerena, en un
lugar cercano al pequeño pueblo de Casas de Reina, dormita Regina Turdulorum. La
ciudad romana permanece sepultada bajo un manto de vieja tierra pero, poco a
poco, con la paciente labor de los arqueólogos, sus restos van asomando y van dejando
entrever algunos retazos de su pasado.
Regina
se enmarcaba geográficamente dentro de la provincia de la Baetica,
en la zona que
Plinio denomina como Baeturia Turdulorum
y, posteriormente, pasó a formar parte del conventus cordubensis. A mediados del siglo I d.C., en tiempos de los emperadores Flavios, la
ciudad adquirió el estatus de municipio romano.
Su
ubicación no fue azarosa, sino
que se situó en un fructífero paisaje. La ciudad, como vemos, se sirvió de las fértiles
tierras de la campiña y de las cercanas minas de hierro y de plomo de la sierra.
Además, se abasteció de los veneros de agua de la cercana Sierra de las Nieves,
en el término de Reina. No obstante, el motivo principal de su ubicación estuvo en servir de mansio, o
lugar de parada oficial, de la calzada que iba desde Astigi (Écija) hasta Augusta Emerita (Mérida).
En
la actualidad, el yacimiento arqueológico ocupa unas 40 hectáreas y presenta
una serie de restos visitables. Destaca,
por su buen estado de conservación, un teatro del siglo I d.C. con capacidad para unos mil espectadores. Su grada se construyó con
sillares de piedra arenisca en la pendiente de una suave ladera.
Asimismo, sobresale el foro, o centro
neurálgico de la ciudad, que fue ubicado en el cruce del Kardus con el decumanus
maximus. En el foro se conserva los restos de un gran edificio religioso, de carácter colectivo, con planta cuadrangular, con un patio central con galerías porticadas, aulas y un pequeño templo al fondo. Además, se aprecian unas viviendas de ciudadanos
socialmente relevantes, unas tabernae
con funciones artesanales y comerciales, y unas zonas de culto con templos, entre los que destacan los que posiblemente pertenecieron a la triada capitolina: Minerva, Júpiter y Juno.
Por otro lado, también hay constancia de que hubo un macellum (mercado) y se aprecia parte de unas canalizaciones, que posiblemente sirvieron para abastecer de agua unos baños públicos, y parte del sistema de cloacas para el saneamiento de la urbe.
Recreación de lo que pudieron ser los tres templo de culto a la triada capitolina |
Por otro lado, también hay constancia de que hubo un macellum (mercado) y se aprecia parte de unas canalizaciones, que posiblemente sirvieron para abastecer de agua unos baños públicos, y parte del sistema de cloacas para el saneamiento de la urbe.
Regina
Turdulorum, según se extrae de las inscripciones encontradas, albergó un gran número de ciudadanos de
procedencia itálica. Asimismo, hay manifestaciones de gente de procedencia oriental
que trajo consigo el culto a sus propios dioses, como se aprecia en las figuras
encontradas en las diversas excavaciones arqueológicas practicadas.
Se
puede deducir que la ciudad siguió habitada en el año 619 porque aparece nombrada en las actas del II Concilio
Hispalense, que fue presidido por San Isidoro. Casi con toda probabilidad, su
abandono se produjo con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica.
Posteriormente, para concluir, se produjo un traslado de la población de la
zona de las llanuras a la segura cima de la Sierra de las Nieves donde, siglos después, la
comunidad musulmana construyó la alcazaba de Reina.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Imágenes| Turismo
Extremadura
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