Kircher
y Champollion, dos casos de error y acierto descifrando los antiguos jeroglíficos
egipcios
Escritura jeroglífica |
Los jeroglíficos fueron
un sistema de escritura que usaron los egipcios durante toda la Antigüedad. En
la actualidad podemos leerlos y entenderlos
gracias al empeño puesto por muchos estudiosos en descifrarlos, aunque lo que
no se sabe es que esta labor no dio sus frutos a la primera.
Efectivamente, entre
los casos de descifradores desacertados de jeroglíficos se encuentra el
investigador del siglo XVII Athanasius
Kircher. Este personaje nació en Geisa, cerca de Fulda, en Alemania.
Ingresó en el Colegio de Jesuitas de esta ciudad y, en 1618, se hizo novicio de
la orden jesuítica.
En poco tiempo, Kircher
ascendió al puesto de profesor de filosofía, matemática y lenguas orientales en
Wurzburg. Sin embargo, en 1631, debido a las vicisitudes de la Guerra de los
Treinta Años tuvo que retirarse a la ciudad francesa de Avignon.
En 1656, el cardenal
Barberini le ofreció un puesto en Roma para enseñar matemáticas en el Colegio Romano y allí estuvo ocho largos años
desempeñando esta labor. No obstante, eso no era lo suyo y, finalmente, renunció
a ese cargo para dedicarse totalmente al estudio de las antigüedades.
En este campo, Kircher
no fue un investigador de gran originalidad. De hecho, su trabajo más conocido
fue una solución al descifrado de los
jeroglíficos egipcios que resultó ser totalmente incorrecta. En la
actualidad, su obra sólo es valiosa por su interés histórico y porque es una
prueba evidente de los errores que cometieron los primeros investigadores.
Champollion y la piedra de Rosetta |
Hubo que esperar más de
un siglo para que Jean François
Champollion diera con la solución definitiva. Nacido en la ciudad francesa
de Figeac, en 1790, pronto demostró sus grandes aptitudes para las lenguas. Afortunadamente,
contó con el apoyo de su hermano mayor para desarrollar sus cualidades, a pesar
de quedar él como un desconocido para la historia.
Con dieciséis años de
edad, Champollion leyó un escrito suyo en la Academia de Grenoble que asombró a todos los científicos que le
escuchaban. Tal fue el efecto que, en una época en la que muchos alumnos hacían
grandes esfuerzos por conseguir la admisión en esta institución, él consiguió
ser nombrado profesor.
Como solía ocurrir, su labor
fue interrumpida en varias ocasiones por las agitaciones políticas de aquella
época. Sin embargo, en 1821, gracias al estudio de la piedra de Rosetta, pudo
dar a conocer el trabajo que probaba la solución
definitiva de los jeroglíficos egipcios. Sus ideas estaban abiertamente
contrapuestas a las planteadas por otros científicos de su época y chocaron de
frente contra una fuerte oposición, pero su tenacidad aguantó todas las pruebas
y tuvieron que ser aceptadas definitivamente.
Tal llegó a ser su
prestigio que, en 1831, se creó una
cátedra en el Collège de France especialmente para él, como reconocimiento
a su labor y a sus méritos.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Imagen| Bambulector, Champollion
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