El gran misterio de la población francesa de Rennes-le-Château (II)

Desde que Berenger-Saunière se hiciera cargo de la parroquia de Rennes-le-Château, en 1885, la vida de esta población no volvería a ser la misma 

Interior de la iglesia de  Rennes-le-Château
Como veíamos en la parte I, tanto la parroquia de Rennes-le-Château como el cura Berenger-Saunière experimentaron un cambio económico muy grande después de los hallazgos que se hicieron durante la reforma de la iglesia medieval. El sacerdote compró terrenos, se construyó una ostentosa mansión llamada “Villa Bethania”, a la que trasladó su residencia, y levantó la peculiar Torre Magdala, donde ubicó su biblioteca.

Además de sus posesiones, Berenger-Saunière también reformó el cementerio del pueblo, donde cambió algunas lápidas de lugar e hizo desaparecer otras, y transformó completamente la vieja iglesia medieval siguiendo su criterio estético propio. Dotó al templo de una serie de detalles que, a primera vista, parecían ser fruto de su extravagancia. Sin embargo, no son pocos los que pensaron que la disposición de esos elementos no es casual, sino que responde a un orden especial.

En la modificación de la iglesia llamó la atención fundamentalmente dos detalles. Uno, situado a la entrada del templo, fue la escultura de un demonio Asmodeo que sostenía una pila de agua bendita y otro, ubicado en el pórtico, fue la inscripción tallada de “Terribilis est locus iste”, que se traduce del latín como “Este lugar es terrible”.

El nuevo rumbo que había tomado la vida de Berenger-Saunière levantó suspicacias entre los vecinos de Rennes-le-Château y entre la jerarquía eclesiástica francesa, que vieron como el cura comenzó a moverse por ciertos círculos ocultistas y a alternar con gente de la alta sociedad. ¿Qué estaba pasando?

Escultura del demonio Asmodeo que sostiene la pila de agua bendita de la iglesia de  Rennes-le-Château
Eso mismo debieron preguntarse sus superiores, ya que  en 1909 el tribunal eclesiástico de Carcassonne decidió condenarlo y apartarlo de sus labores sacerdotales. No obstante, tras esta sentencia, los vecinos de Rennes-le-Château siguieron acudiendo a las misas que Berenger-Saunière siguió celebrando en la capilla privada de la “Villa Bethania”, despreciando así al cura sustituto de que llegó a la iglesia del pueblo.

La leyenda acompañó a Berenger-Saunière hasta el final de sus días. Se cuenta que el sacerdote murió sin recibir el último sacramento, ya que el cura que acudió a atenderle huyó espantado tras escuchar su última confesión. Del mismo modo, todos recuerdan en el pueblo que la asistente y presunta amante del sacerdote, Marie Denarnaud, había encargado un ataúd a su nombre muchos días antes de Berenger-Saunière muriera, cuando aún gozaba de buena salud y nada hacía presagiar su cercano final.

Tras su muerte, durante varias décadas, la vida y leyenda de Berenger-Saunière solo permanecieron en el imaginario local y casi que no trascendieron más allá del Languedoc. De hecho, posiblemente esta historia no se hubiera extendido de no haber sido por Gerard de Sède, que escribió en 1967 su obra L’Or de Rennes (publicado posteriormente como Le Trésor Maudit) y, posteriormente, por otros los investigadores, Henry Lincoln, Michael Baigent y Richard Leigh, que accedieron a sus textos y les dieron una nueva interpretación en su obra El enigma sagrado, escrito con título original The Holy Blood and the Holy Grail, publicado por primera vez en 1982.

En El enigma sagrado sus tres autores trataron el caso de Rennes-le-Château y elaboraron una densa teoría acerca de la gran riqueza que Berenger-Saunière llegó a acumular y que hizo tambalear ciertos dogmas eclesiásticos. Sus planteamientos provocaron cierta conmoción en los lectores de la década de los 80 y su eco resonó hasta nuestros días potenciado, sobre todo, por el escritor norteamericano Dan Brown y su obra de ficción El código Da Vinci, aunque nunca admitiera públicamente haber bebido de la fuente de El enigma sagrado.

El parentesco de El código Da Vinci con El enigma sagrado es claro, de hecho da la impresión de que Dan Brown, en muchos pasajes de su obra,  se dedica a parafrasear lo que 20 años atrás habían esbozado sus antecesores. Pero, ¿cuáles son esas teorías sacadas en todas estas obras de la leyenda de Rennes-le-Château?

Son muchos los conceptos que se extraen de estos libros. Uno de ellos, que se trata por vez primera en El enigma sagrado, es el de la institución del Priorato de Sión y una asombrosa lista de algunos de sus Grandes Maestres, entre los que destacan importantes figuras como Leonardo Da Vinci, Víctor Hugo e Isaac Newton. Sin embargo, los asuntos principales que se tratan en las obras son la posible presencia de los cátaros y de los templarios en el Languedoc y la indagación en sus orígenes para interconectarlos genealógicamente con la dinastía merovingia y, finalmente, remontarse hasta los orígenes del cristianismo fundamentándose en los textos de algunos de los evangelios apócrifos.

De forma somera, se trata de argumentar que Jesús de Nazaret fue más un profeta que un mesías, que estuvo casado con María Magdalena y que su crucifixión no se llegó a producir, sino que fue un montaje con una clara finalidad política más que religiosa. Asimismo, se arguye que el linaje de Jesús fue acogido en el sur de Francia, donde dio lugar a la dinastía merovingia, y que tanto los cátaros como los templarios, por diferentes motivos, se convirtieron en los depositarios de un secreto que pudo haber sido la causa última de su desaparición.

El exterminio de los cátaros fue uno de los episodios más sangrientos de la Edad Media europea. Dejó tanta huella que, según se argumenta en esta elucubración, su recuerdo aún perdura en el territorio en el que se desarrolló y, más todavía, en los cercanías de la que fue la capital de esa particular herejía del catarismo. Se trata de una ciudad venida a menos, con el paso del tiempo, que devino a un pequeño pueblo llamado actualmente Rennes-le-Château.

Entonces, ¿qué fue lo que pudo encontrar Berenger-Saunière en esas mismas tierras a finales del siglo XIX? Quizá ese es el gran misterio toda esta historia de Rennes-le-Château, saber qué encontró el cura, si es que encontró algo, aunque puede que nunca lleguemos a saberlo. Todo queda en simples especulaciones.

No obstante,  la mayor parte de los estudiosos del asunto coinciden en que tuvo que ser algo relacionado con la controvertida historia del linaje de Jesús. Para unos, el sacerdote encontró el tesoro que supuestamente custodiaban los caballeros de la Orden del Temple, basándose en las figuras de dos caballeros cabalgando grabadas en una losa que se hallaba dentro de la iglesia. Para otros, halló algún dato que demostraba irrefutablemente la veracidad de los árboles genealógicos que emparentaban a Jesús con la dinastía de los Merovingios. Para los demás, en realidad, ambas conjeturas pudieron haber sido una misma cosa.

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