La extraña muerte de Winckelmann, uno de los padres de la ‘arqueología’ clásica
Johann Joachim
Winckelmann nació en el año 1717 en Stendal, una ciudad de la Sajonia prusiana.
Era el hijo de un humilde zapatero
que, después de muchos años de estudio, terminó
por convertirse en uno de los grandes expertos en la arquitectura de la Antigüedad
y en uno de los principales teóricos del
movimiento neoclásico del siglo XVIII.
Durante su juventud,
gracias a sus primeros estudios de literatura clásica, se despertó en él un
gran deseo de visitar Roma. Finalmente consiguió ir y su ascenso en la Ciudad Eterna fue grandioso. Tanto fue así que, en el
año 1754, lo nombraron bibliotecario del cardenal Passionei, por lo que se tuvo
que convertir al catolicismo y hacer de Italia su lugar de residencia.
Por aquel tiempo, la
arqueología estaba dando sus primeros pasos y, claro está, nada tenía que ver todavía
con la disciplina científica que conocemos en la actualidad. Lo cierto es que
en Italia se estaban realizando grandes
descubrimientos arqueológicos en sitios como Pompeya y Herculano. Pero,
entonces, los hallazgos eran guardados tan celosamente por sus excavadores que ni
si quiera se permitía entrar a los interesados a los yacimientos ni a los
talleres de trabajo para observar.
Winckelmann, a pesar de
todo, con su característica habilidad, consiguió eludir esa prohibición lo
suficiente como para reunir material
para escribir varios de sus libros. Entre otros, en 1764, publicó su Historia del
Arte de la Antigüedad,
considerada como su obra primordial. En este
escrito, el autor hablaba de las cuatro
fases que se podían distinguir en el arte griego: el estilo antiguo, el
estilo elevado, el estilo bello y la época de los imitadores; y las concebía como la evolución biológica de un
organismo vivo. Estas cuatro fases pueden emparentarse con lo que hoy conocemos
como el estilo arcaico, el primer clasicismo del siglo V a. C., el segundo
clasicismo del siglo IV a. C. y, por último, el estilo helenístico.
Se puede afirmar, por
tanto, que fue el primer autor que estudió la evolución del arte antiguo y que intentó establecer una deducción lógica de
la historia y del trasfondo social del mundo antiguo, a través de los
restos que nos han llegado.
En 1768, Winckelmann viajó a Viena y fue
recibido y agasajado allí por la propia emperatriz María Teresa. Pero lo que él
no esperaba, claro está, es que las recompensas pecuniarias que este viaje le
aportaron por su trabajo le llevarían a la muerte.
En su viaje regreso a
Italia, el 8 de junio de 1768, se mostró
tan espléndido con sus ganancias pecuniarias que, durante su estancia en una
fonda de Trieste, dio lugar a que un
ladrón le atacara y le provocara la muerte en su propia habitación.
Actualmente sabemos que
el asesino
se llamaba Francesco Arcangeli, que
era un delincuente común que se hospedaba en la misma pensión que
Winckelmann y que, momentos antes del fatal desenlace, el “arqueólogo” le había
estado mostrando unas curiosas medallas antiguas que la emperatriz le
había regalado durante su viaje a Viena.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Imagen|
Wikipedia
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