Auguste
Mariette excavó el templo que, por las tempestades de arena, estuvo enterrado
durante mucho tiempo entre las zarpas de la Esfinge
Templo de las zarpas de la Gran Esfinge |
Auguste Ferdinand
François Mariette nació en Boulogne el 11 de febrero de 1821. En su juventud, ejerció como profesor de francés y dibujo
en Stratford, en Inglaterra; posteriormente fue diseñador en Coventry; y,
finalmente, trabajó como profesor del Colegio de Boulogne, en 1841. En esta
ciudad fue donde se apasionó por la
egiptología al visitar la galería egipcia del Museo de Boulogne y al
encargarse de clasificar las notas que recogió Nestor L'Hôte en su viaje a
Egipto, durante una misión franco-toscana.
En los años cuarenta,
decidió aprender escritura jeroglífica y la lengua copta y, después de
renunciar a su ejercicio como profesor, entró
como empleado en el Museo del Louvre, aceptando un trabajo ingrato y mal
remunerado. Pero seguro que le valió la pena porque, en 1850, financiado por el
Louvre, fue enviado a Egipto con la
finalidad de buscar y adquirir para la colección nacional todo manuscrito
interesante en lenguas copta, siria, árabe y etíope.
No obstante, no tardó
en abandonar esta empresa para dedicarse a lo que realmente le apasionaba, a la exploración y excavación de los
antiguos monumentos de Egipto.
En esta nueva tarea,
los resultados no se hicieron esperar mucho. Auguste Mariette se encargó de
desenterrar algunas esfinges, así como la
fabulosa estatua del Escriba, en 1850, una de las principales esculturas
que se pueden observar en el departamento egipcio del Louvre. Posteriormente, descubrió y excavó el Serapeum de Menfis,
donde estaban enterrados los toros sagrados de Apis y donde pasó los cuatro
años siguientes excavando y enviando sus hallazgos al Museo del Louvre, del que
llegó a ser nombrado superintendente adjunto a su regreso.
En 1857, volvió de
nuevo al país del Nilo donde, poco después, fue nombrado conservador de los monumentos egipcios y se tuvo que trasladar
con su familia a El Cairo para continuar con su actividad.
Entre los muchos
yacimientos que exploró detenidamente, en los años siguientes, se cuentan Menfis, las pirámides de Saqqara, Medinet
Habu y Deir-el-Bahari. Sin embargo, quizás por lo curioso del hallazgo, lo
que más puede llamar nuestra atención es que excavó el templo que, por las
tempestades de arena, estuvo enterrado
durante mucho tiempo entre las zarpas de la Esfinge.
Como sería de esperar,
por su inestimable contribución a la arqueología de este país, los egipcios reconocieron
su labor y le concedieron, sucesivamente, los
títulos de bey y bajá. Asimismo, en Francia, fue nombrado miembro de la Academia
de Inscripciones y Bellas Letras en 1878.
Auguste Mariette, en el
año 1881, murió y fue enterrado en El
Cairo a causa de una grave enfermedad producida por la diabetes. En su
memoria, muy agradecidos, las autoridades egipcias le erigieron una estatua en
los jardines del Museo Egipcio de El Cairo.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
CERAM, C. W. El mundo de la arqueología.
Ed. Destino, Barcelona, 1969
Imagen|
Wikipedia
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