Los restos más antiguos de cáncer de hueso en un perro descubierto en Egipto

Las huellas de uno de los cánceres más malignos y mortales que matan a los perros modernos, el osteosarcoma, han sido descubiertas por un equipo de arqueólogos polacos en Egipto 
 
Restos del perro con marcas de osteosarcoma
El descubrimiento se ha producido en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas en Berenice, un antiguo puerto marítimo de Egipto situado en la costa oeste del mar Rojo. Hace varios años, ya un grupo de investigadores descubrió un antiguo cementerio de mascotas de unos 2000 años de antigüedad. “Este lugar es único en Egipto”, ha aclarado la doctora Marta Osypińska, del Instituto de Arqueología y Etnología PAS en Poznan.

Además de perros, este peculiar yacimiento incluye restos de otros animales enterrados allí como monos, babuinos o gatos. Un total de cien enterramientos ha proporcionado a los investigadores una valiosa información sobre la estrecha relación que la gente de la Antigüedad tenía con los animales domésticos.

En el caso concreto que nos ocupa, los restos de un perro que padecía un cáncer fueron envueltos en una alfombra de hojas de palma y, después, cubierto con un ánfora de Chipre cortado en dos mitades. Los arqueólogos han podido fechar con una cierta precisión el tiempo del enterramiento, por estos restos cerámicos, y han estimado que se pudo producir en la década del 70 del siglo I d. C.

Perro cubierto con un ánfora de Chipre cortado en dos mitades
El hecho de que el animal sufriera de una variedad particular de cáncer se evidencia en las marcas características que las lesiones le han dejado en la tibia, cerca de los huesos que conforman la articulación de la rodilla, y en el húmero izquierdo, en la articulación con el hombro.

El osteosarcoma, hoy en día, es uno de los cánceres más malignos y mortales que pueden padecer los perros modernos, según ha explicado la doctora Osypińska en una entrevista a PAP. Está considerada una enfermedad genética, que afecta especialmente a los perros con una predisposición familiar a sufrir la enfermedad. No obstante, los cambios que inician la formación de los tumores también pueden aparecer como resultado de la exposición a factores ambientales o biológicos.

El descubrimiento de pruebas de la presencia del osteosarcoma en perros que vivieron hace 2000 años indica que la aparición de esta enfermedad no se debe sólo a factores modernos, como la contaminación o el nivel avanzado de la cría de perros, como creían algunos científicos.

Proceso de excavación
Es un tumor altamente maligno, con un porcentaje del 100% de mortalidad en los animales no tratados. Sus células se propagan rápidamente por todo el cuerpo, provocando metástasis en los pulmones y otros órganos. Según enfatizó la investigadora, esta enfermedad es incurable y muy dolorosa, incluso tratada con los métodos avanzados que en la actualidad se utilizan en oncología veterinaria.

El perro, en este caso, era claramente diferente a los que se podían encontrar en la zona en esa época, según la doctora Osypińska. Era mucho más grande que los canes locales, ya que éste medía más de medio metro de altura, tenía un gran cráneo y era bastante corpulento.

Hay muchos indicios de que se trataba de uno de los más antiguos perros molosos encontrados en el registro ​​arqueológico y de uno de los antepasados ​​de otras razas modernas como los bóxers, dogos, rottweiler o mastines, según los arqueozoólogos.

Como curiosidad, la última comida que hizo el perro estaba compuesta por un gran pescado y carne de cabra, el perfecto estado de conservación del animal ha permitido determinar este detalle.

Excavación en Berenice
“Esperamos que el descubrimiento de rastros de esta enfermedad, en un perro que vivió hace dos milenios, contribuya al avance en el estudio de este tipo de cáncer y sus causas. Con este fin, hemos obtenido muestras para estudios histopatológicos y genéticos”, añadió la doctora Osypińska.

La investigación en Berenice está siendo llevada a cabo por un equipo internacional de investigadores, dirigido por el profesor Steven Sidebothama, de la Universidad de Delaware (EE.UU.) y Iwona Zych del Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia.

Vía| PAP
Imagen| PAP

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