Felipe IV y Clemente V aunaron fuerzas para acabar con la Orden del Temple
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y Templo de Salomón |
Acusados de sodomía, herejía e idolatría, Clemente V condenó
a la hoguera a los dirigentes templarios envuelto por la sed de absolutismo del rey
francés Felipe IV y, a las puertas de la muerte, uno de ellos vaticinó las
muertes tanto del Papa como del Rey: "no tardará en venir una inmensa calamidad
para aquellos que nos han condenado sin respetar la auténtica justicia".
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de
Salomón, más conocida como la Orden del Temple, fue una importante orden
militar religiosa que acumuló tanta riqueza y poder que llegó a ser el eje
vertebrador de todo lo conseguido en las cruzadas y el principal prestamista de
algunas de las Coronas de Europa. Entre ellas se contaba la de Francia, cuyo
rey Felipe IV el Hermoso, ahogado por las deudas y cegado por una indomable sed
de absolutismo se fijó el objetivo de acabar con la Orden consiguiendo así
aliviar su situación económica, fuertemente endeudada con la Orden, y política,
alzándose como único gran poder en el reino.
Para todo esto, urdió en secreto el apresamiento de todos
los caballeros templarios y la ocupación y confiscación de sus casas y bienes.
Esta orden, dada en Maubuisson el 14 de septiembre de 1307, se llevó a cabo el
13 de Octubre de ese mismo año, unas horas después de que el rey de Francia, en
una muestra absoluta de cinismo, eligiera al maestre mayor de la Orden, Jacobo
de Molay, como acompañante en las honras fúnebres celebradas el 12 de Octubre
por la muerte de la esposa de su hermano Carlos de Valois, Doña Catalina de
Courtenay.
Pillados por sorpresa, al caer el alba del día 13 de
Octubre, los hombres del rey cercaron las casas de los templarios y los
capturaron salvándose tan sólo una docena que se encontraba fuera del país en
ese momento. Toman, también, la Torre del Temple, donde se encontraba el
maestre mayor y tras su arresto por Guillermo de Nogaret el rey Felipe se
persona en ella para hacerse con las joyas y bienes que allí se custodiaban.
Los templarios fueron llevados presos e interrogados
pudiéndose dar dos opciones: que los templarios confesaran los cargos de
herejía y sodomía que se les atribuían o que los negaran y fueran condenados y
puestos a disposición de los inquisidores que, bajo tortura, les arrancarían la
confesión para posteriormente condenarlos.
De todo cuanto acontecía el papa Clemente V no tenía idea
alguna por lo que totalmente irritado convoca un concilio de urgencia el 15 de
Octubre. Al tratarse los templarios de religiosos sólo podían ser ajusticiados
por el fuero eclesiástico, por lo que el papa, ante la inoperancia del concilio,
decidió escribir una misiva al rey de Francia acusándole por la intervención a
los templarios y las torturas llevadas a cabo. Sin embargo, Felipe IV, lejos de
retractarse, siguió adelante con la persecución templaria y las torturas
seguían estando a la orden del día. Tan brutales eran, que al menos 36
templarios murieron en la ciudad de París en el proceso interrogatorio ante los
tormentos a los que fueron sometidos por resistirse a confesar.
Por medio de estos duros interrogatorios, el rey consigue la
confesión del maestre general, Jacobo de Molay, y de otros tres altos cargos de
la Orden. Ante esto, el papa cede parcialmente a las pretensiones del rey
francés y dictamina la bula Pastoralis Preeminentae el 22 de Noviembre de 1307,
por la que ordena a todos los monarcas cristianos la detención de los
templarios y el secuestro de sus bienes hasta que la Santa Sede decidiera su
destino. Así, el proceso de persecución que comienza Felipe IV se extiende a
toda la cristiandad. Lejos de cumplirse la intención del pontífice, que trataba
con esta bula ponerse a la cabeza del movimiento, alimentó la avaricia de los
monarcas que veían en la bula una oportunidad única de hacerse con la gran cantidad
de bienes de la Orden.
Pero Felipe el Hermoso no cederá ante el papa y se negará a
dejar a los templarios arrestados a disposición del papa, por lo que éste le
quita la jurisdicción en sus territorios. Como medida de presión el rey
consigue reunir a 72 templarios que delante del pontífice dan por ciertos los
cargos que pesaban contra la Orden, por lo que el papa le devuelve la
jurisdicción al rey el 5 de julio de 1308.
A partir de este momento, la acción del rey francés se
recrudece, condenando a la hoguera a los primeros presos que hasta el momento
de su muerte se afanan en negar todas las acusaciones que pesaban contra ellos
y la Orden del Temple.
A pesar de que el papa Clemente V no creía en la veracidad
de los abominables delitos que el rey Felipe IV se afanaba en volcar sobre los
templarios, superado por la sed de absolutismo y riqueza del rey y bajo sus
presiones y chantajes, convocó el Concilio de Vienne en el que se confirmaban estas
acusaciones y promulgó la bula Ad Providam por la que se confirma la disolución
de la orden.
Según este fragmento de la bula Ad Providam, "...hace poco,
Nos, hemos suprimido definitivamente y perpetuamente la Orden de la Caballería
del Templo de Jerusalén a causa de los abominables, incluso impronunciables,
hechos de su Maestre, hermanos y otras personas de la Orden en todas partes del
mundo... Con la aprobación del sacro concilio, Nos, abolimos la constitución de
la Orden, su hábito y nombre, no sin amargura en el corazón. Nos, hicimos esto
no mediante sentencia definitiva, pues esto sería ilegal en conformidad con las
inquisiciones y procesos seguidos, sino mediante orden o provisión
apostólica".
Autor| Maya Jiménez
Vía| Románicodigital
Imagen| Taringa
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