Los diques de carenado del arsenal de Cartagena constituyeron una de las obras de ingeniería naval más importantes de la Europa del siglo XVIII
El Arsenal de Cartagena en 1799, cartografiado por Juan José Ordovás |
Los diques de carenado del arsenal
de Cartagena constituyeron una de las obras de ingeniería naval más
importantes de la Europa del siglo XVIII. La importancia que se dio a su
desarrollo la manifestó en 1755 el
ministro Arriaga al intendente Barrero, al precisar que eran el “primer
objeto de cuanto se trabaja en los departamentos”.
Las ventajas de estos diques fueron evidentes, pues en aquella época
era indispensable carenar un navío cada 4 ó 6 años de servicio, razón por lo
que la vida útil de estos buques apenas superaba las dos décadas, en tanto que la
reparación en posición vertical en los nuevos diques posibilitaba que un navío
durara varias décadas más.
El trabajo más agotador
en estos diques y que requería una gran cantidad de hombres,
consistió en el “vaivén” de las bombas
de achique de agua, operación imprescindible cada vez que un barco entraba
en el dique, pues había que vaciarlo y mantenerlo seco de las filtraciones.
Al ser el desagüe un trabajo continuo, sin descanso alguno en tanto
estuviera el buque en el interior del dique, se hizo necesaria la construcción
de un foso donde se colocaron las bombas
de cadena necesarias, donde los trabajadores debían cumplir turnos de
cuatro horas para conseguir que las máquinas produjeran el trasiego constante
de agua de unos pozos a otros. Todo ello, sin salir a la superficie hasta tanto el
carenado se hubiera realizado completamente.
En consideración a su
dureza, el trabajo forzado en las
bombas de achique de agua de los diques
de carenado acabó considerándose un destino penal independiente en 1771,
concediendo estímulos alimenticios y económicosque sin embargo, apenas
compensaron el agotador trabajo
y el lamentable estado ambiental de unas pozas habitualmente encharcadas, en
las que debían dormir los bombeadores cada vez que un buque entraba en un dique
para ser carenado. Además, estas condiciones se endurecían mucho más por el
maltrato de que hacían gala los guardianes, siempre con un látigo o un palo a
mano para fustigar a los menos activos y obedientes.
Del infierno que
hubieron de sufrir los condenados a bombas hasta que fueron suprimidas en 1787,
da idea el hecho de que de los 323
condenados asentados entre el 29 de abril de 1773 y el 22 de octubre de 1775,
falleció el 26,63 % de ellos, porcentaje muy por encima del experimentado en la
época de galeras.
Autor| Manuel
Martínez Martínez
Vía| MARTÍNEZ MARTÍNEZ,
Manuel. Los forzados de Marina en la
España del siglo XVIII (1700-1775), Almería, 2011
Imagen| Wikipedia
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