Santa Eulalia, la catedral de Barcelona y la leyenda de las trece ocas de su claustro

El claustro de Santa Eulalia se empezó a edificar en los siglos XIV y XV sobre la parte románica primitiva

El claustro y las trece ocas
La catedral de Barcelona es conocida como Santa Cruz desde el año 599 y Santa Eulalia a partir  del año 877, en honor a su mártir. Consta de dos partes, el templo y el claustro, que tienen el mismo estilo arquitectónico, el gótico. Está formada por tres naves de la misma altura, la central más ancha que las otras dos, y se unen por la girola desde el falso crucero. Las nueve capillas se encuentran cubiertas por arcos ojivales. Hay una galería en forma de U, donde aparecen las capillas laterales y la nave central con un falso triforio. En las naves laterales se encuentran las 17 capillas restantes, cubiertas pos ojivas de seis tramos con arcos apuntados en cada entrada y en cada contrafuerte hay dos capillas.

El claustro se empezó a edificar en los siglos XIV y XV, sobre la parte románica primitiva, por el arquitecto Andreu Escuder y el escultor Claparós. Se accede por las puertas exteriores, tanto por la puerta de Santa Eulalia como por la puerta de la Piedad, y la entrada principal, en el centro del claustro, aparece un jardín con palmeras, magnolias, un naranjo y un pequeño estanque. Sin embargo, lo que más llama la atención no es su arquitectura, que es de estilo gótico, sino las trece ocas que representan los trece martirios que soportó la pequeña Eulalia. En la actualidad, su cuerpo reposa en la cripta de la catedral.

Exterior de la catedral de Santa Eulalia
La joven Eulalia  fue condenada por negarse a renunciar su fe cristiana y se le sometió a trece martirios, uno por cada año que tenía. Según cuenta su leyenda, fue azotada y encarcelada, se le desgarró la piel con garfios, le quemaron los pechos, las heridas fueron lavadas con cal, se le arrojó aceite hirviendo, se le volvió azotar, la metieron desnuda en un tonel lleno cristales rotos y clavos. Aún con vida, fue encerrada en un corral repleto de pulgas, después fue paseada desnuda por todas las calles de la ciudad hasta llegar a la plaza donde fue crucificada. Eulalia, a pesar de todo, siguió con su fe y allí empezó  a rezar pidiendo a su Dios que se la llevara, cuando de pronto empezó a nevar hasta tapar su cuerpo. Desde entonces, en el claustro siempre hay trece ocas representando los martirios que Eulalia tuvo que soportar por no renunciar a su fe cristiana.

Imagen| El Periódico

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