Un breve acercamiento a la situación
política y social de la región lacedemonia
Copa laconia con la caza del jabalí de Calidón, representando fuerza y destreza con las armas de los espartiatas. Siglo VI a. C., Museo del Louvre, París |
La
polis de Esparta ha suscitado gran interés a lo largo de los siglos debido a
las peculiaridades que conformaban
su sistema político y su sociedad, completamente diferentes a
los de la otra polis importante del
entorno peloponésico, Atenas.
Su
nacimiento es debido a la unión de las
aldeas de Pítana, Mesoa, Limnas y Cinosura a finales del siglo XI a.C. y geográficamente
hablando se ubica en el territorio de Laconia
o Lacedemonia, siendo éste el motivo por el que también son conocidos como “lacedemonios”.
Su
régimen político estaba apoyado en la fuerza
militar (especializado en la infantería) y en el acceso a la tierra, ya que al ser una ciudad de interior el control
de terrenos y recursos agropecuarios era fundamental para su sustento,
llevándoles a continuas guerras
fronterizas por las tierras de Mesenia, Argos y Tegea.
Elementos básicos de la división
política espartana
En
este apartado hay que conocer que los poderes
espartanos estaban divididos jerárquicamente
en reyes, éforos, gerontes y Apella o
asamblea popular.
Los
reyes o diarcas eran una pareja de monarcas que se encontraban en el
escalón más alto de la sociedad espartana. El hecho de que fueran dos y no sólo
uno se atribuye a la necesidad de evitar que se llegara al monopolio de todo el poder en una sola persona. Estos reyes tenían
orígenes diferentes, pues uno procedía de la dinastía de los Agíadas, de origen dorio, y el otro de
los Europóntidas, de origen aqueo.
Sus poderes eran fundamentalmente militares
y se encontraban siempre al frente de
sus ejércitos, combatiendo en primera línea y siendo los últimos en
abandonar el campo de batalla. Además, este cargo era vitalicio y hereditario.
Los
éforos eran cinco magistrados elegidos anualmente cuyas funciones eran de lo
más diversas: vigilaban la educación espartana o agogé; acompañaban a los
reyes al campo de batalla y podían arrestarles
si no cumplían con las obligaciones militares; controlaban la política exterior y las finanzas; reclutaban soldados y presidían la Gerusía espartana.
Los
gerontes formaban parte del Consejo
de Esparta o Gerusía, que estaba
compuesto por veintiocho gerontes y
los dos reyes. Eran nombrados
anualmente como jueces honorables y
el cargo se tornaba vitalicio. Sus funciones eran básicamente legislativas, como aprobar proyectos de
ley que luego pasarían a aprobarse, definitivamente, en la asamblea popular o Apella.
La
Apella
era la asamblea del pueblo que se
reunía al menos una vez al mes y trataba, fundamentalmente, la aprobación o rechazo de las nuevas propuestas legislativas de la Gerusía.
Estaba presidida por los gerontes y a veces trataba asuntos extraordinarios como la declaración de guerra o la
emancipación de los ilotas (siervos espartanos).
Aspectos esenciales del sistema social
de Esparta
La
sociedad espartana estaba formada por la convivencia de tres tribus o phylai: los Pamphyloi, los Hylleis y
los Dymanes. A partir de ahí, la división por estatus se establecía
entre homoioi, periecos e ilotas.
La
designación de homoioi se atribuía a los ciudadanos espartanos de pleno derecho. Esta denominación llevaba
implícita la igualdad entre cada uno
de ellos no sólo ante la ley, sino también ante el reparto de lotes de tierra
para el uso y disfrute.
Por
su parte, los periecos no
disfrutaban de la ciudadanía espartana pero eran personas libres bajo control espartano. Podían formar parte de los ejércitos y disfrutaban de ciertos derechos. Además, se dedicaban a
tareas comerciales, artesanales y agropecuarias, ejerciendo sus actividades de
manera independiente.
Los ilotas eran los siervos espartanos, asociados
a la tierra que trabajaban y vendidos junto a ella. No se puede considerar
que fuesen esclavos propiamente dichos ya que vivían con sus familias, podían
casarse y quedarse con el rendimiento de su trabajo campesino una vez que
habían abonado la parte reglamentaria. Sin embargo, el uso de atuendos especiales para diferenciarlos
y la celebración de flagelaciones
anuales públicas se utilizaban para coaccionarles y evitar así posibles sublevaciones.
La educación espartana: la agogé
Sin
duda, lo más característico de la sociedad espartana era la militarización de todos los ámbitos,
tanto públicos como privados, y es por ello que la educación giraba en torno a la disciplina,
la unidad colectiva como rechazo al
individualismo y el ejercicio militar
como el más honroso de todos.
Esta
formación militar completa era de carácter obligatorio
ya que era un requisito fundamental para alcanzar la ciudadanía espartana y
además, estaba organizada por el estado.
A
los siete años, los niños eran
despojados de sus familias para pasar a formar parte de una agelé o agrupación educativa y militar con
otros niños de sus mismas edades. El objetivo
primordial era formarlos en la doctrina
militar y convertirlos en soldados
perfectos, cuya única misión en la vida era servir a Esparta.
La
formación constaba de la enseñanza de la escritura,
la lectura y el canto (este último enfocado a aprender cantos de guerra que
motivasen a la falange en su marcha hacia las guerras) pero sobre todo, del fortalecimiento físico a través del atletismo, la lucha y el manejo de armamento
y también, a obedecer fielmente a
los superiores.
Esta
educación creaba lazos de dependencia de grupo y de sus superiores, y como
rezaba Plutarco en su obra Vida de Licurgo: “Licurgo acostumbró a
los ciudadanos a no saber vivir solos, a estar siempre, como las abejas, unidos
por el bien público en torno a sus jefes”.
La
percepción que se ha tenido siempre
de Esparta ha estado envuelta en un halo de misterio, explicado sobre todo por la escasez de fuentes escritas propias. Casi todo lo que se ha
conocido sobre ella, fuera del registro arqueológico, ha sido a través de
textos de autores foráneos, por lo
que inevitablemente se ha procedido a una idealización
de su sociedad con rasgos únicos y
exclusivos no vistos fuera de sus fronteras.
Autora|
Laura
Pellicer Martínez
Vía|
IntraHistoria
Imagen|
National
Geographic
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