Breve análisis de la obra mural de
Diego rivera 'Sueño de una tarde Dominical en la Alameda Central' a través de
la cual se puede analizar toda la historia de México
'Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central' de Diego Rivera (detalle) |
Algunas
veces una obra de arte consigue transcender su esencia para ilustrarnos sobre muchos temas a la vez, es lo que ocurre
con este enorme mural de 15 m. de largo
por 4,50 m. de altopintado por Diego Rivera allá por 1948. La Alameda
Central es uno de los lugares a los que los mexicanos siguen acudiendo los
domingos para pasear y pasar el día, en la obra Rivera nos muestra a más de 150 personajes que sueñan o
pasean por la Alameda, algunos son protagonistas de la historia de México,
otros son personajes anónimos, también hay personajes mitológicos, símbolos
reconocibles del pueblo mexicano y familiares y amigos del propio Rivera.
Diego Rivera (Guanajuato, 8 de diciembre de 1886 —
Ciudad de México, 24 de noviembre de 1957)
se representa a sí mismo en el centro de la obra, pero no lo hace como el
pintor adulto que es, sino como si fuera un niño de unos 8 o 9 años, Frida Kahlo, su tercera mujer apoya con
gesto maternal la mano sobre el hombro de Diego, le da el apoyo y el afecto de
una compañera de vida, a la vez Diego
toma la mano a la Catrina, una representación de la muerte ataviada con un sombrero y una boa al cuello creada por José Guadalupe Posada, que le toma la
otra mano.
Recordemos
que en México la relación entre la vida y la muerte es tomada de manera más
cotidiana y natural que en Europa. La vida del propio Diego ha estado desde su
nacimiento ligada a la muerte, pues tuvo un hermano gemelo murió al año y medio
de nacer, mientras él mismo se sobrepuso al raquitismo.
Diego
Rivera fue un niño precoz, que en seguida supo que su vida estaba encaminada a
la pintura, así con 10 años entró tomar
clases de pintura en la Academia de San Carlos. Posteriormente recibió una
beca que le llevó a Europa, estuvo en
España y también en París, donde conoció a los grandes artistas de la bohemia
parisina, experimentó con el cubismo
y también con el impresionismo. Viajó por Italia y estudió las grandes
obras de los maestros del renacimiento, especialmente los frescos. En uno de
sus viajes a México le tocó vivir de primera mano el alzamiento del pueblo mexicano.
En 1921 Rivera volvió a Méjico, dispuesto a colaborar con la
política del secretario de educación
José de Vasconcelos. Durante toda la Edad Media la Iglesia había utilizado
el arte, especialmente la pintura en las paredes para impresionar y adoctrinar
al pueblo, esta idea es recogida por los grandes
muralistas mexicanos, Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro
Siqueiros. Utilizar el arte en los grandes edificios como una manera de
culturizar al pueblo mexicano haciéndole ser consciente de sus orígenes y
valorar sus símbolos para progresar unido, es parte de la ideología comunista que afiliado al partido o no Rivera siempre
mantuvo.
Imagen del ‘Sueño de una tarde Dominical en la Alameda Central', de Diego rivera |
La
obra que nos ocupa tiene una lectura
cronológica de izquierda a derecha, tres pequeñas pirámides humanas están
coronadas por tres presidentes del país mexicano, Benito Juárez, jefe del Estado de 1858 a 1972, aparece en la
pirámide de la izquierda portando en sus manos una constitución, en el centro,
vestido de uniforme y dormido vemos a Porfirio
Díaz, que se mantuvo 30 años en el poder. A la derecha agitando un sombrero
está Francisco Madero que en 1913 moriría
víctima de un atentado.
En la parte inferior del cuadro vemos a la
gente del pueblo, ciudadanos, campesinos, indios que son afectados por las
decisiones de los políticos, en varias escenas lo vemos en conflicto con los
más ricos.
A la
izquierda del todo vemos a un hombre con manos ensangrentadas, se trata del conquistador Hernán Cortés, la muerte y
la destrucción fueron el fruto de su conquista, junto a él Rivera pinta al
primer arzobispo de México fray Juan de Zumarraga, también representa
con capirote a todos aquellos que fueron quemados en las brasas por
considerarse ateos.
Mención
destacada merece la representación de la figura de Maximiliano de Austria, pelirrojo y con los ojos azules, llamado a
gobernar a mediados del s. XIX por los conservadores mexicanos, a su lado
aparece su mujer Carlota, que
enloquecería tras su ejecución.
Otro
personaje culmina una pirámide, no es un presidente, sino el personaje que
representa a México, el libertador que lucha por la justicia social, Emiliano Zapata.
Rivera consigue resumir en una obra
400 años de la historia de Méjico, su propia filosofía e historia familiar (en el mural también vemos a su
segunda mujer y a sus hijas) y una muestra de su rebeldía, pues durante 7 años
el mural permanecería oculto por las protestas que despertó la frase escrita en
un papel que mostraba un personaje de piel oscura y cabellos blancos
identificado como Ignacio Ramírez, decía “No hay Dios”, sustituida después por
“Conferencia de la Academia de Letrán de 1836”
(Ramírez sostuvo tesis ateístas en 1836 cuando estudió en la Academia de
Letrán).
Este
inmenso mural de 35 toneladas de peso fue pintado para el restaurante
Versailles del Hotel del Prado donde permaneció hasta 1985, cuando fue dañado
por un terremoto y trasladado al Museo Mural Diego Rivera, especialmente creado
para albergar esta obra.
Autora| Ana
Rebón Fernández
Vía| Ana
Rebón Fernández
Imagen| Wikipedia
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