Esta semana
Greenpeace eligió hacer una adaptación de esta obra de Velázquez para efectuar
un acto de denuncia, analizamos la obra y su época
Imagen de ‘La Rendición de Breda’ de Velázquez |
El psicólogo Carl Jung definió en su obra el fenómeno de la
“sicronicidad”
como «la simultaneidad de dos sucesos
vinculados por el sentido pero de manera acausal», pues bien eso es lo que
me ha ocurrido a mí esta semana, cuando estaba investigando sobre uno de los
mayores genios de la pintura española, el gran Diego Velázquez (1599-1660).
Ojeando la prensa en Internet topé con una foto que me resultó harto familiar,
pues acababa de leer sobre el cuadro, pero vista más de cerca la sonrisa se
dibujó en mi cara al ver que se trataba de una parodia, el titular de la noticia
era este: “Greenpeace transforma el
cuadro La rendición de Breda para denunciar la “rendición” del Gobierno a las
eléctricas”, incluso le cambiaron el título por el de “la rendición de Garoña”.
Los activistas se plantaron delante del museo del Prado, en una de cuyas salas se estaba celebrando la “II Conferencia Anual sobre la seguridad nuclear”, su objetivo era protestar por el hecho de que el gobierno haya dejado en manos de las grandes centrales eléctricas la seguridad nuclear. Así adaptaron el cuadro, popularmente conocido como Las Lanzas, sustituyendo las cabezas de los verdaderos protagonistas por las de políticos y empresarios-directivos de las grandes empresas eléctricas. En un primer plano el presidente Rajoy, que pone su rostro al del General Nassau, que se vio obligado a rendir Breda, se doblega entregando la llave, no de la ciudad de Breda sino de la seguridad nuclear ante el presidente de Iberdrola, Juan Ignacio Galán que reemplaza al original general Spinola. Los rostros del resto de personajes también son sustituidos, además de insertar al fondo dos torres como las que se ven en las centrales nucleares.
Los activistas se plantaron delante del museo del Prado, en una de cuyas salas se estaba celebrando la “II Conferencia Anual sobre la seguridad nuclear”, su objetivo era protestar por el hecho de que el gobierno haya dejado en manos de las grandes centrales eléctricas la seguridad nuclear. Así adaptaron el cuadro, popularmente conocido como Las Lanzas, sustituyendo las cabezas de los verdaderos protagonistas por las de políticos y empresarios-directivos de las grandes empresas eléctricas. En un primer plano el presidente Rajoy, que pone su rostro al del General Nassau, que se vio obligado a rendir Breda, se doblega entregando la llave, no de la ciudad de Breda sino de la seguridad nuclear ante el presidente de Iberdrola, Juan Ignacio Galán que reemplaza al original general Spinola. Los rostros del resto de personajes también son sustituidos, además de insertar al fondo dos torres como las que se ven en las centrales nucleares.
Este hecho me ha llevado a pensar en el valor moldeable del arte y en su permanente actualidad.
Entre 1618 y 1648
España libró la llamada Guerra de los 30 Años, el que había sido el gran
Imperio español había entrado en una etapa de decadencia y luchaba por mantener bajo su ala sus extensos
territorios, lucha a la larga infructuosa. Los nobles preferían pagar impuestos
y vivir cómodamente en Madrid que ir a la guerra. La ciudad de Breda en los Países Bajos establecía el
límite entre la parte católica, fiel a la corona y la parte protestante levantada en armas. El problema venía desde
la época de Felipe II, que había mandado a la zona al Duque de Alba. Su sucesor
Felipe III estableció una tregua de 13 años.
Pero Felipe IV se decidió a zanjar la cuestión y en 1621 mandó para ello al
general Spinola con sus tropas mercenarias y es que en eso se había
convertido el ejército español, en un ejército mercenario, muchas veces
harapiento y mal pagado. Spinolalogró
tras un largo y estudiado asedio doblegar por hambre a la ciudad, pero se
quedó admirado del aguante y la constancia de sus habitantes.
Si el siglo XVII español en cuanto a política y economía fue
de decadencia, fue todo lo contrario en el ámbito de la cultura, es el llamado “Siglo de Oro”, donde nos topamos con
la obra de escritores como Cervantes,
Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca. Este último escribió
una obra de teatro en 1625, sobre el hecho que nos ocupa “El Asedio de Breda” en
la que ponía en palabras del personaje de Spinola“El coraje del vencido es el
honor del vencedor”. Y seguramente esto es lo que tenía en mente Velázquez cuando en 1635, Felipe IV le
encargó la realización de un cuadro sobre el asunto
para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid. Velázquez
pinta un Óleo sobre lienzo (387 x 367 cm), estructurado en forma de aspa
dejando en el centro la llave símbolo de la victoria, el grupo de los españoles
es mucho más grande que el de los holandeses remarcando así quienes son los
ganadores. El hueco central lo aprovecha Velázquez para pintar el paisaje con
una maravillosa perspectiva atmosférica.
Toda forma de
arte es una forma de expresión profunda y personal por parte de su autor pero
colectiva y social en función de los receptores y como tal en
función del contexto y del propósito puede ser utilizada para diversos fines,
desde la propaganda y el autobombo a la educación.
Velázquez, lo veremos la semana próxima fue un precursor que
se integró y logró medrar en la infraestructura de la Corte de su época, pero
que también tuvo una visión clara, irónica y crítica. Por eso me parece
doblemente apropiada la elección de Greenpeace a la hora de escoger esta obra
para realizar su denuncia, no sólo hacen alusión a una victoria no épica sino
estratégica del estado español que en realidad le supuso muchos gastos y ningún
beneficio, sino también a la comparación de la actual con una época de
decadencia en la que España empezaba a perder sus posesiones y prestigio y
donde el pueblo empezaba a ver a la nobleza dirigente como un lastre.
Reactualizar el
arte y repasar la historia para comprender nuestro presente siempre es una
buena idea al margen de las ideologías.
Autor|
Ana Rebón Fernández
Vía| Ana Rebón Fernández
Imagen|
Artelista
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