Una
de sus obras más famosas es la de “San Jerónimo en su estudio”
“San Jerónimo en su estudio”, de Antonello da Messina
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Antonello da Messina
nació hacia el 1430 en Messina, donde aprendió
a pintar de artistas locales, aunque su talento creador floreció de forma
decisiva durante los años en que se dedicó a viajar hasta llegar al norte de
Italia, en torno a 1450. Antonello trabajó en Nápoles, donde pudo estudiar las
obras maestras de la pintura holandesa, ya que el rey Alfonso I había reunido
allí una importante colección de obras de Jan van Eyck y de Rogier van de Weyden,
entre otros.
Antonello
recibió clases de Colantino,
pintor que seguía las líneas de la escuela holandesa, en ésta escuela es donde
Antonello descubre su talento para la representación del detalle, cuyo realismo
consigue añadiendo a los colores grandes cantidades de aceite aglutinante y
usando después esta mezcla para superponer en el cuadro varias capas de pintura
transparentes, la enseñanza de las técnicas pinturas holandesas marcó el estilo
del artista.
En su viaje hacia el
norte,
Antonello conoce a Urbino a Piero della Francesa, en cuyas obras
estudia el arte de la perspectiva y la distribución geométrica de la superficie
del cuadro, en 1474 llega a Venecia, donde se sabe que residió hasta el 1575,
su llegada supone un revolución a los pintores venecianos donde fue muy
solicitado como pintor de cuadros de altar, retratos e imágenes devotas de uso
privado, en sus sobras vuelve a
introducir las líneas y los colores cromáticos, una de sus obras más famosas es la de “San Jerónimo en su estudio”.
Esta pequeña tabla con
la técnica al temple, está ejecutada después de que Antonello abandonara
Messina, muestra su estrecha relación
con la pintura holandesa, al mismo tiempo el arte de dominar las
reducciones en esta obra, el enmarcado del cuadro en una arquitectura en forma
de portal que sirve tanto para causar un efecto espacial como para subrayar el
límite del cuadro, las formas góticas de la arquitectura y el interés que tiene
por dibujar cada pequeño detalle nos hace pensar el esmero que tuvo en esta
obra sobre todo por las veladuras que proporcionan profundidad y luminosidad al
color.
Autora| Ingrid Medrano
Cortés
Vía| Museo
del Prado
Imagen| Wikipedia
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