Tras un período de constantes tensiones, en 1739 Gran
Bretaña declara oficialmente la guerra a la Corona de España tras la
comparecencia de Jenkins en el parlamento inglés que, a modo de prueba, mostró
su oreja en un frasco
El negocio de la esclavitud, que se venía practicando desde
antiguo, tuvo su época de esplendor en la América colonial y España, que por
aquellos entonces era la potencia que regía ese territorio, ante la
imposibilidad de acceder a África para apresar sus propios esclavos y
comercializarlos, pues Portugal no permitía a ningún barco español acercarse a
las costas africanas, estableció el llamado “asiento de negros” para dar
entrada a los esclavos negros en América y obtener beneficios por su venta. De
esta forma, la Corona de España cedía el monopolio del comercio de esclavos en
América y a cambio recibía un porcentaje de los beneficios que solía ser de
24%.
En 1713, tras la firma del Tratado de Utrecht que ponía fin
a la guerra de Sucesión, Gran Bretaña consigue Gibraltar, Menorca y el derecho
del “asiento de negros”. Además, España le concede el llamado “navío de
permiso”, que permitía a Gran Bretaña el comercio de las mercancías que pudiera
albergar un único barco con capacidad para 500 toneladas. Todos los demás
navíos que comercializaran en América se considerarían contrabando y, para
evitarlo, España se reservó el “derecho de visita” tras el tratado de Sevilla
-1729- en vista del abundante comercio contrabandista que tenía lugar en
tierras americanas. Por este “derecho de visita” España podía inspeccionar y
confiscar las cargas de los barcos que entraran en aguas españolas, a excepción
del mencionado navío de permiso concedido a Inglaterra.
En una de estas inspecciones, que eran muy habituales y que
acababan con numerosas confiscaciones de barcos “piratas”, un capitán español
cortó la oreja de Jenkins, quien capitaneaba el barco, al tiempo que le
espetaba “Ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Años
después del incidente, en 1738, Jenkins comparece ante la Cámara de los
Comunes, oreja en mano, para relatar los hechos y avivar el ánimo belicista que
ya reinaba en parte del parlamento inglés que pretendían declarar la guerra a
España por sus tensas relaciones a causa del comercio en América.
Ante la intervención de Jenkins, todo el pueblo inglés se
indignó y entendió la acción del capitán español como una ofensa al rey. Se
sucedieron las provocaciones tanto por parte de Inglaterra como por parte de
España. Así, en España se publicaba en el Mercurio Histórico y Político Español
que un capitán inglés había apresado un barco español dejando a la tripulación
sin comer ni beber durante dos días y cortando la nariz y las orejas de uno de
ellos para hacérselas tragar a fuerza de cuchillo. En Inglaterra, mientras, se
celebró un baile de máscaras en la plaza del Heno el 21 de febrero de 1739 en
el que un caballero apareció enmascarado y vestido a la española en cuyo
sombrero se leía “Caballero de la oreja”, llevando consigo a un grupo de
hombres disfrazados de marineros ingleses que se arrodillaban ante el español.
Inmediatamente después aparecieron otros hombres disfrazados de marineros
ingleses que habían vengado a Jenkins y que portaban orejas ensangrentadas con
lemas como “oreja por oreja”. Ante esta situación, Walpole, que era entonces el
primer ministro, no tuvo más remedio que declarar oficialmente la guerra a la
Corona de España el 23 de Octubre de 1739.
La guerra duró nueve años – de 1739 a 1748 – con un período
de punto muerto en 1742 que se reavivó por la Guerra de Sucesión Austriaca. En
1748 se firmó el Tratado de Aquisgrán por el que se renovaba el asiento y dos
años después, en 1750, por el Tratado de Madrid, Gran Bretaña renuncia al
asiento a cambio de una indemnización de 100.000 libras que España accedió a
pagar aunque, de no haber aceptado, el asiento hubiera sido suspendido pues en
1761 estalló un nuevo conflicto entre España e Inglaterra, la Guerra de los
Siete Años.
Autor| Maya Jiménez Vado
Vía| Rua
Imagen| Wikipedia
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