Terminado
el periodo de aprendizaje en 1617, aprobó ante Juan de Uceda y Francisco
Pacheco el examen para incorporarse al gremio de pintores de Sevilla
La fábula de Aracne, popularmente conocido como Las hilanderas |
Diego Rodríguez de
Silva y Velázquez (Sevilla, bautizado el 6 de junio de 15991 -Madrid, 6 de
agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco,
considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de
la pintura universal.
Pasó
sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de
iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio, la estancia en el taller de Herrera,
que no ha podido ser documentada, hubo de ser necesariamente muy corta, pues en
octubre de 1611 Juan Rodríguez firmó la «carta de aprendizaje» de su hijo Diego
con Francisco Pacheco, obligándose con él por un periodo de seis años, a contar
desde diciembre de 1610.
Terminado
el periodo de aprendizaje, el 14 de marzo de 1617 aprobó ante Juan de Uceda y Francisco Pacheco
el examen que le permitía incorporarse al gremio de pintores de Sevilla.
Recibió licencia para ejercer como «maestro de imaginería y al óleo», pudiendo
practicar su arte en todo el reino, tener tienda pública y contratar aprendices,
antes de cumplir los 19 años, el 23 de abril de 1618, se casó en Sevilla con la
hija de Francisco Pacheco, Juana, que tenía 15 años.
Además,
Velázquez pudo conocer obras del Greco,
de su discípulo Luis Tristán, practicante de un personal claroscurismo, y de un
actualmente mal conocido retratista.
A
los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a
pintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte a donde iba a viajar con el pretexto de conocer las colecciones de pintura
de El Escorial, su primer viaje a Madrid tuvo lugar en la primavera de 1622.
En
marzo de 1627 juró el cargo de ujier de cámara, otorgado quizá por el triunfo en
este concurso, con un sueldo de 350 ducados anuales, y desde 1628 ostentó el
cargo de pintor de cámara, vacante a la muerte de Santiago Morán, considerado
el cargo más importante entre los pintores de la corte,entre las obras conservadas de este periodo destaca especialmente El
triunfo de Baco, popularmente conocido como Los borrachos, su primera composición mitológica, por la que en
julio de 1629 cobró 100 ducados de
la casa del rey. En él, la antigüedad clásica se representa de forma vigorosa y
cotidiana como una reunión de campesinos de su tiempo reunidos alegremente para
beber, donde todavía persisten algunos modos sevillanos, entre los retratos de
los miembros de la familia real destaca El infante Don Carlos (Museo del
Prado), de aspecto galán y algo indolente, su técnica en este periodo valora
más la luz en función del color y la composición.
En
1628, Rubens llegó a Madrid
para realizar gestiones diplomáticas y permaneció en la ciudad casi un año, se
sabe que pintó del orden de diez retratos de la familia real, en su mayor parte
perdidos, al compararse los retratos de Felipe IV realizados por ambos pintores,
las diferencias son notables. Rubens
pintó al rey de forma alegórica, mientras Velázquez lo representaba como la
esencia del poder. Rubens y Velázquez ya habían colaborado en cierta forma
antes de este viaje a Madrid, al servirse el flamenco de un retrato de Olivares
pintado por Velázquez para proporcionar el dibujo de un grabado realizado por
Paulus Pontius e impreso en Amberes en 1626, en el que el marco alegórico fue
diseñado por Rubens y la cabeza por Velázquez.
Concluido su primer
viaje a Italia estaba en posesión de una técnica extraordinaria, con 32 años inició su periodo de madurez,
en Italia había completado su proceso formativo estudiando las obras maestras
del Renacimiento y su educación pictórica era la más amplia que un pintor
español había recibido hasta la fecha, en 1631 entró en su taller un joven
ayudante de veinte años, Juan Bautista Martínez del Mazo, nacido en Cuenca, del
que nada se sabe de su primera formación como pintor. Mazo se casó el 21 de
agosto de 1633 con la hija mayor de Velázquez, Francisca, que tenía 15 años de
edad. En 1634 su suegro le cedió su puesto de ujier de cámara, para asegurar el
futuro económico de Francisca.
En
1632, pintó un Retrato del príncipe Baltasar Carlos que se conserva en la Colección
Wallace de Londres, derivado de un retrato anterior, El príncipe Baltasar Carlos con un enano, terminado en 1631, participó
en los dos grandes proyectos decorativos del periodo, el nuevo Palacio del Buen
Retiro, impulsado por Olivares, y la Torre de la Parada, un pabellón de caza
del rey en las proximidades de Madrid.
Hacia 1634, y con
destino también al palacio del Buen Retiro, Velázquez habría realizado un grupo de retratos de bufones y
"hombres de placer" de la corte. El inventario de 1701 menciona
seis cuadros verticales de cuerpo entero que podrían haber servido para decorar
una escalera o una habitación inmediata al cuarto de la reina.
En
Roma, a comienzos de 1650, fue elegido miembro de las dos principales
organizaciones de
artista, la Academia de San Lucas en enero, y la Congregazione dei Virtuosi del
Panteón el 13 de febrero. La pertenencia a la Congregación de los Virtuosos le
daba derecho a exponer en el pórtico del Panteón el 19 de marzo, día de San
José, donde expuso su retrato de Juan Pare, en el final de su vida pintó sus dos composiciones más grandes y
complejas, sus obras La fábula de Aracné (1658), conocida
popularmente como Las hilanderas, y el más celebrado y famoso de todos sus
cuadros, La familia de Felipe IV o Las
meninas (1656), en ellos vemos su estilo último, donde parece
representar la escena mediante una visión fugaz. Empleó pinceladas atrevidas
que de cerca parecen inconexas, pero contempladas a distancia adquieren todo su
sentido, anticipándose a la pintura de Manet y a los impresionistas del siglo
XIX, en los que tanto influyó su estilo, las interpretaciones de estas dos
obras han originado multitud de estudios y son consideradas dos obras maestras
de la pintura. El último encargo que recibió del rey fue la pintura de cuatro
escenas mitológicas para el Salón de los Espejos del Real Alcázar de Madrid en
1659.
La
paleta de colores que empleaba era muy reducida, utilizando en toda su vida los
mismos pigmentos, lo
que varió con el tiempo es la forma de mezclarlos y aplicarlos. El reconocimiento de Velázquez como gran
maestro de la pintura occidental fue relativamente tardío, hasta principios
del siglo XIX raramente su nombre aparece fuera de España entre los artistas
considerados mayores, las causas son
varias, la mayor parte de su carrera la consagró al servicio de Felipe IV, por
lo que casi toda su producción permaneció en los palacios reales, lugares poco
accesibles al público, al contrario que Murillo o Zurbarán, no dependió de la
clientela eclesiástica y realizó pocas obras para iglesias y demás edificios
religiosos, por lo que no fue un artista popular.
Autora| Ingrid Medrano
Cortés
Imagen| Wikipedia
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