En Hispania, por falta de documentación,
surgieron una serie de leyendas, como la de los siete varones apostólicos
Patena con la representación de Cristo en Majestad, de la Basílica de Cástulo (siglo IV) |
Los
primeros pasos del Cristianismo en la
península Ibérica, a falta de datos históricos, se completan con leyendas,
adornos e idealizaciones al servicio de los intereses contemporáneos.
En
cuanto a lo que el origen del Cristianismo en Hispania se refiere, las fuentes históricas más antiguas que nos
proporcionan información se remontan al
siglo III, momento en que la religión cristiana ya tiene cierta madurez.
Del proceso de cristianización y de los cristianos anteriores no consta ningún
dato relevante, lo que nos lleva a pensar que se propagó de forma anónima o que
ninguna figura importante de la época apoyó esta fe, lo que habría provocado
que fuera recordado y conmemorado.
Por
esta falta de documentación, y por la necesidad de reforzar el cristianismo en
tiempos de la invasión musulmana para hacerle frente de forma más contundente, surgieron una serie de leyendas, como la de
los siete varones apostólicos, según la cual a mediados del siglo I siete
hombres -Cecilio, Hesiquio, Segundo, Eufrasio, Indalecio, Tesifonte y
Torcuato- fueron enviados desde Roma por
Pedro y Pablo para evangelizar la península Ibérica. Éstos llegaron a Acci, la actual Guadix en Granada, y encontraron a la
población celebrando una festividad en honor a Júpiter recibiéndoles con tal
hostilidad que tuvieron que huir cruzando por un puente. Cuando los lugareños
salieron en persecución tras ellos y llegaron
al puente, éste se derrumbó y los accitanos se ahogaron. Tras ver esto, una
matrona llamada Luparia les recibió y construyó una iglesia para que pudieran
llevar a cabo su culto y cada uno de ellos se encaminó a evangelizar una zona
de la actual Andalucía. Todos ellos murieron como mártires y en cada uno de los
sepulcros se sucedieron prodigios.
Aunque
algunos historiadores consideran verosímil la figura de esos siete hombres que
fueron enviados a evangelizar la península, el primer documento histórico
fidedigno que nos proporciona información sobre el cristianismo en España es la carta 67 de Cipriano de Cartago,
obispo de esta ciudad. En ella, que es una respuesta a otra carta recibida por
los obispos de León-Astorga y Mérida, se refleja la situación del cristianismo
en Hispania en esa época y sus características. A través de esta carta, fechada
entre el 305 y el 325 d.C., El obispo Cipriano convoca un sínodo por la actitud
inmoral de algunos obispos de Hispania. Las comunidades cristianas están, por
entonces, unidas todavía a prácticas paganas y la sociedad, aun declarada
cristiana oficialmente, sigue manteniendo el respeto a las deidades politeístas
inculcado bajo la cultura Romana antes de la oficial conversión al
Cristianismo.
El
otro gran documento histórico es el Concilio
de Elvira, convocado en Iliberri, cerca de Granada, a comienzos del siglo IV d. C. En él quedan recogidos diferentes
cánones, un total de 81, en los que se comienzan a perfilar las diferentes
limitaciones de lo que se considera moral e inmoral dentro de la fe cristiana.
En él se establece la posibilidad de contraer matrimonio, todavía visto como un
acto privado legislativo para que los bienes pasaran a los descendientes y no a
los familiares y no como un sacramento de la iglesia, o de tener una concubina
o pareja de hecho pero nunca ambas; la obligación al celibato para todo el
clero o la separación de las comunidades judías. También se prohíben en él el culto imperial y las carreras de cuadrigas en
un intento de alejar la fe cristiana al paganismo que todavía impregnaba a toda
la sociedad hispanorromana.
Tras
la caída del imperio romano, los
visigodos -pueblo de origen germánico- conquistan el territorio de Hispania
y con ellos llega una nueva religión: el
arrianismo. Esta división entre arrianos y cristianos tendrá fin tras la
conversión de Recaredo I, en el 589, unificando, así, a visigodos e
hispanorromanos bajo el catolicismo.
Autora|
Maya Jiménez Vado
Vía|
UM,
Colegio
de Eméritos
Imagen|
El
País
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