La Nazaret del siglo I
es una pequeña aldehuela, de unos doscientos habitantes, que se dedica casi exclusivamente
a la agricultura
Hay dos
formas principales de acercarse históricamente a la figura de Jesús de Nazaret:
a través de la exégesis, indagando en los textos; o a través de la arqueología,
analizando los restos materiales. En este caso, partiendo de la base de que se trata de un personaje histórico, en
las siguientes entradas vamos a acudir al registro arqueológico para contextualizar
y para comprender mejor la vida de Jesús, desde su infancia hasta su muerte.
Para empezar, nos preguntamos cuál es la situación de
Palestina cuando nació Jesús. Roma,
en el año 40 a.C., controla todo el territorio de Palestina y nombra a Herodes
el Grande rey aliado para asegurar la zona. Este cruel gobernador, que había
consolidado su poder ordenando la muerte incluso de familiares suyos, vivía
obsesionado por el miedo a una conspiración. La arqueología refleja esta
situación desvelando toda una red de fortalezas y palacios, por toda Palestina,
donde establece a sus propias tropas. Levanta el Herodión cerca de Belén,
Maqueronte al este del mar Muerto y Masada más al sur. En Jerusalén, igualmente,
erige la torre Antonia, desde la que se controla toda el área del templo,
especialmente en las fiestas de Pascua. Del mismo modo, Herodes construye la
ciudad de Cesarea del Mar, con un gran puerto que facilita la comunicación y el
comercio con el Imperio romano, y convierte a Séforis en la capital de Galilea.
Jesús
nace en el año
4 a.C. en la pequeña Nazaret, situada a unos pocos kilómetros
de Séforis, distanciado de toda la fastuosidad herodiana. Su humilde aldea está
ubicada a unos 340 metros de altura, en una ladera de la región de la tribu de
Zabulón. El especialista Jonathan L. Reed, que estudia arqueológicamente esta
área, explica que la Nazaret del siglo I es
una pequeña aldehuela, de unos doscientos habitantes, que se dedica casi exclusivamente
a la agricultura. Su población vive inmersa en el típico ambiente rústico de
la época, alejada de las principales rutas comerciales y, por tanto, de la
influencia externa. De hecho, no aparece mencionada en ninguna fuente escrita
no cristiana. Sin embargo, hace unos años, se halló entre los restos de Cesarea del Mar una inscripción del siglo III
que menciona, por vez primera, el nombre de Nazaret.
Actualmente, uno
de los principales problemas que existe para estudiar Nazaret es que sigue habitada
y, por tanto, no se puede excavar en
extensión. Sólo algunas catas puntuales en su urbanismo, o en su entorno,
nos muestra algún detalle de su pasado.
Reed destaca que la antigua Nazaret se encuentra en un
paisaje rodeado de alturas. En tiempos de Jesús, en las pendientes más
soleadas del sur, se diferenciaban unas terrazas artificiales construidas para la
cría de vides de uva negra y, en las
cercanías, se diseminan las pequeñas casas de la aldea. Se detecta, igualmente,
otras estructuras contemporáneas relacionadas con este entorno, como los restos
de torres de vigilancia para los viñedos o algunos lagares excavados en la roca
para la pisa de la uva. En las partes más rocosas del terreno crecen los olivos y, de hecho, se detectan algunas
piedras de molino relacionadas con la obtención del aceite. Asimismo, en los
campos de la falda de las colinas se siembra trigo, cebada y mijo; en las tierras de aluvión de los valles más sombríos
se cultiva verduras y legumbres; y al
occidente, por último, brota un buen manantial que abastece de agua a toda la
población. El conjunto se contextualiza con toda una serie de restos materiales
relacionados con las labores agrícolas.
En
este ambiente tan campestre se cría el niño Jesús, en el seno de una familia humilde
y trabajadora. En la siguiente entrada, sobre su adolescencia, analizaremos
arqueológicamente los indicadores culturales, propios de la antigua Galilea
judía, que definen su educación y su forma de pensar.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
CROSSAN J. D. y REED
J. L., Jesús desenterrado. Barcelona,
Crítica, 2007
Imagen|
Paisaje de Nazaret
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