Analizamos las características
identificativas de la obra del Bosco, tanto formales como temáticas
Imagen ‘El Carro de Heno’ de El Bosco |
Aunque
los estudiosos del Bosco no se ponen totalmente de acuerdo, ya que hay que
tener en cuenta que no las firmaba y que carecemos de muchos datos, suelen distinguirse tres etapas en el desarrollo de sus obras.
El primer periodo abarcaría
aproximadamente entre 1470 y 1585, el segundo de 1485 a 1500, y el tercero de
1500 a su muerte en 1516.
Toda
la obra del Bosco tiene unas características
técnicas comunes que muchas veces se pasan por alto, por ejemplo el hecho
de que utiliza una capa muy delgada de
pintura, lo que ha hecho que muchas de sus obras estén restauradas en
distintas épocas y presenten una apariencia diferente a la original; hecho
corregido en bastantes de ellas por los estudios y restauraciones desarrolladas
para la celebración del quinto centenario de su muerte este año.
El
Bosco sigue la tradición detallista de
los pintores flamencos del siglo XV, como Van der Weyden o Jan Van Eyck, hecho
que se puede apreciar en el detallismo con que recrea los objetos, tanto los
reales como aquellos producto de su fantasía, es un gran observador del mundo natural, animales, especialmente aves y
plantas pueblan sus cuadros. Además es
un experto en el uso del color, que sabe utilizar con psicología,
adecuándolo al tema que trata, sus colores son muy identificativos,
preciosistas y brillantes. Y aunque suele pasar desapercibido es un gran paisajista, normalmente el
fondo de sus cuadros, presenta un paisaje sereno donde destacan los brillos
acuosos y los cielos. En cuanto a la composición de sus obras,en un primer momento
puede parecer caótica, pobladas de multitud de personajes todos realizando
diferentes acciones, pero en realidad,
vistas en detalle son composiciones muy equilibradas.
Debemos
tener en cuenta la época en la que
pintó el Bosco, estamos en los comienzos del Renacimiento, para situarnos el Bosco pinta sus obras prácticamente a la
par que Botticelli las suyas, tienen en común el mostrarnos un mundo en pleno cambio: una nueva
clase social está surgiendo, la burguesía y con ella un incipiente capitalismo,
un nuevo continente (América) se descubre en su época, con todo lo que
significa en cuanto a novedades de modos de vida, fauna y vegetación; la
ciencia avanza más en unos años que durante los siglos anteriores; tan sólo un
año después de la muerte del Bosco, Lutero formulará las 95 tesis de Wittemberg
donde pondrá en jaque a la iglesia…
Sin
embargo no debemos olvidar el peso que
aún tiene la tradición medieval, particularmente esta es mucho más marcada
en el norte de Europa, está mucho más
presente por tanto en la obra del Bosco que en la de los artistas italianos.
Técnicamente para el Bosco la
perspectiva y las relaciones jerárquicas entre los elementos del cuadro no son
tan importantes, no tiene ningún inconveniente en destacar los elementos
que él considera más importantes a nivel simbólico
aunque reste verosimilitud formal, sus cuadros representan un movimiento
perpetuo al que se invita a sumarse al espectador.
A lo
largo de toda su obra podemos decir que hay dos constantes temáticas fundamentales, el humor y la moral, sus
pinturas pueden considerarse como una advertencia a sus coetáneos para que no
vayan por el mal camino, pues como puede verse por ejemplo en los trípticos de “El
Jardín de las Delicias”, o “El Carro de heno”, el camino del
pecado lleva siempre al infierno, y para el Bosco y la gente de su época, tal
como era tradición en el medievo, el infierno era algo real y físico, un
sufrimiento eterno literal.
La
imaginería del Bosco, particularmente sus
demonios y seres híbridos son una de sus mejores credenciales, más que en
pinturas anteriores podemos ver su antecedente
en las gárgolas de las catedrales góticas, y en los sermones y libros
medievales que detallaban los sufrimientos del infierno, para el hombre lo
más temible es siempre lo desconocido, de ahí la mella que aún nos hace hoy las
criaturas híbridas de los cuadros del Bosco, la fantasía se opone a la razón y nos conduce a la locura, y en
esta época se consideraba locura no sólo a las enfermedades mentales, sino a
todos los comportamientos pecaminosos que se apartaban del camino de la virtud,
el único que podía conducir hacia Dios. El Bosco introduce por primera vez asuntos de la vida cotidiana en su
arte, temas que luego continuarán desarrollando los artistas posteriores.
Muchas
de las imágenes de sus obras pueden interpretarse también como una crítica social, especialmente a los
estamentos eclesiales y nobles que estaban más interesados en los asuntos
terrenales que en los divinos, pero lo hace siempre con sentido del humor lo
que lo salva del dogmatismo excesivo y lo hace especialmente llamativo y
cercano incluso en la actualidad.
Autora| Ana
Rebón Fernández
Vía| Ana Rebón Fernández
Imagen| Wikipedia
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