Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados descubrió una estancia repleta con objetos sexuales que fue construida por orden de la emperatriz rusa
La habitación sexual de Catalina la Grande |
La zarina Catalina II, ha pasado a la
historia por expandir y modernizar el Imperio ruso durante su reinado,
que se prolongó entre 1762 y 1796, lo que le valió el sobrenombre de “la
grande”.
Junto a sus dotes políticas y de gobierno,
la desinhibición
sexual de Ekaterina Alekséyevna han llevado a un gran número de
historiadores a verter auténticos ríos de tinta acerca de las extrañas
costumbres sexuales de la emperatriz.
Un ejemplo de la liberal relación de
Catalina la Grande con el sexo es la llamada “habitación
erótica”, una estancia decorada con todo tipo de elementos pornográficos,
cuya historia cuenta el blog «Sang Bleu».
Según detalla esta publicación cultural,
durante una incursión en uno de los palacios de Tsárskoye Selo, en la Segunda
Guerra Mundial, un grupo de soldados
soviéticos encontró una habitación ambientada en un estilo inequívocamente
erótico.
Así, mientras una de las paredes estaba
decorada en su totalidad con falos
de madera de diferentes formas, el mobiliario estaba constituido por un
gran número de sillas, escritorios y pantallas con escenas pornográficas.
La inusual estancia causó tal conmoción
en los soldados que, lejos de causar cualquier daño en ella, decidieron
tomar una docena de fotografías de su interior. Por desgracia, algunas de las
imágenes se perdieron durante la contienda, aunque unas pocas han sobrevivido
hasta nuestros días y han permitido que expertos del Museo del Hermitage hayan
confirmado su existencia.
De hecho, la colección
de arte erótico de la familia imperial Romanov era conocida desde comienzo
del siglo XX y fue catalogada en los años 30, aunque nunca llegó a mostrarse al
público, antes de que gran parte de ella desapareciera hacia 1950.
En lo que respecta a la relación de
Catalina la Grande con el sexo, la leyenda cuenta que falleció mientras era
penetrada por un caballo. Sin embargo, la realidad es que sufrió
un ataque de apoplejía fulminante. Un extraño final para una mujer con una
vida apasionante.
Autor| José
Antonio Cabezas Vigara
Vía| ABC
Imagen| ABC
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