En
el cráter del Rano Raraku se elaboraban los moais y, después, se repartían por
toda la isla postrándolos sobre sus ahus
Moais en la ladera del Rano Raraku Moais en la ladera del Rano Raraku |
En el ombligo del
océano Pacífico, en uno de los lugares más remotos de la Tierra, se encuentra
la isla de Pascua o Rapa Nui. Conocemos este lugar, sobre todo, por las imágenes
de sus misteriosos moais postrados sobre
sus ahus, o plataformas ceremoniales, mirando hacia el infinito. Pero ¿dónde
salieron esas figuras?
Los lugareños
usaron la toba del Rano Raraku, uno de
los cinco volcanes de la isla, para esculpir in situ a los moais. En la isla, de hecho, se conoce a este cráter
de 650 metros de diámetro como “la cantera”. En el centro del volcán existe actualmente
una laguna de agua dulce y en su ladera se encuentra hasta 70 moais semienterrados. ¿Por qué?
En el Rano Raraku
se tallaban los moais y luego se repartían por toda la isla, postrándolos sobre
sus respectivos ahus, pero no todos
llegan a su destino. Algunos se caían o se rompían por el camino y eran
abandonados en ese mismo lugar porque se creía que habían perdido su maná.
En total se puede enumerar
hasta 397 moais, en diferentes fases de tallado, por toda la isla. Sin embargo
no todos están acabados. Algunas figuras están abandonadas en el propio cráter, inacabadas, como si sus escultores
las hubieran abandonado, a medio hacer, por algún motivo que no conocemos.
Siguiendo el
camino que lleva al Rano Raraku, y a la propia cantera madre de los moais, pronto
se empieza a observar multitud de moais
semienterrados. Se sabe que, cuando la cantera fue abandonada, las rampas
de tierra que servían para ayudar a poner en pie a los moais se fueron desbaratando
y terminaron por sepultar a las figuras. Irónicamente, su enterramiento las protegió del paso del tiempo. De hecho, aún
podemos ver todos los detalles del tallado y el color amarillento original de
la toba, que es más oscuro en las esculturas expuestas a la intemperie por os
efectos de las inclemencias del tiempo.
No todos los moais
han sido excavados, sino que algunos muestran sólo sus cabezas. Sin embargo, sabiendo
que el tamaño de sus cabezas equivale a un tercio del total de la escultura,
nos hacemos una idea de sus magnitudes. Pueden llegar a medir hasta 21 metros de altura y a pesar hasta 200 toneladas. El explorador Thor Heyerdahl, en la década
de los 50, fue uno de los pioneros en excavar los moais semienterrados, sacar
su cuerpo completo y demostrar que no se trataba de simples cabezas inacabadas.
La cantera, en lo
más alto del volcán, contiene algunos moai inacabados. Se observa que se tallaban siempre boca arriba para
poder esculpirle, en el mismo lugar, todos los detalles de la cara, el torso y los
brazos. La nariz, curiosamente, servía de guía para mantener el centro y las
proporciones de la escultura. Seguidamente, se desprendían de la roca madre, se bajaban por unas rampas de
tierra hasta unos fosos que ayudaban a ponerlos de pie y, ya en vertical, se
concluía el proceso esculpiendo la espalda y puliéndolos.
Finalmente, en
medio de un ceremonial, se llevaban a
algún lugar de la isla y se colocaban en su ahus correspondiente.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
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Imagen|
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