Descubriendo a Los Reyes
Magos
Recreación de los tres Reyes Magos |
El
sincretismo es el fenómeno que en antropología se identifica con la conjunción
de dos o más rasgos culturales de origen diferente que dan lugar a un nuevo
hecho cultural. La Europa suroriental de los primeros siglos de nuestra era,
donde confluían las tradiciones griegas, egipcias y judeo-cristiana, junto a
muchas otras ramas de la religiosidad del oriente próximo, fue terreno abonado
para este género de fenómenos.
¿Conocemos
realmente la procedencia de lascelebraciones cristianasde Los Reyes Magos, la
Epifanía o Natalicia de Jesús caracterizadas todas por el ambiente festivo, el
intercambio de dones y reparto de regalos? Si no es así, empezaremos
remontándonos a sus orígenes, a aquellas primigenias prácticas cuyos ritos,
mitos y símbolos de raíces paganasquese han idoimbricando en lo que terminó
definiendo esta fiesta católica.
La
Navidad y los estereotipos que reproduce es una de las tradiciones que más han
trascendido tanto temporal como históricamente. Actualmente muchas tradiciones
han sido imitadas y nuevamente reimpresas debido a la intensiva presencia de
los medios de comunicación de masas y el dominio cultural de los países
occidentales en estos canales. No obstante nos detendremos en aquellos símbolos
de la Navidad y en su procedencia de culturas paganas y en el fundamento de la
creación de Los Reyes Magos del reparto de regalos en el folclore europeo y
cómo estos han trascendido hasta hegemonizar la tradición en este estereotipo
específico: Los Reyes Magos.
El rito de la fiesta y el
calendario en la antigüedad
Son
muchos, historiadores, antropólogos o estudiosos de las religiones, los que
afirman que las fiestas y celebraciones que en nuestro calendario se ajustan a
final de diciembre y primeros de enero no tienen su origen en una tradición
cristiana. En realidad esta cronología se remonta a las celebraciones paganas como
las que festejaban las Saturnaliasromanas.El
tiempo de conmemoración de las Saturnaliastenía
lugar desde mediados a finales de diciembre, del 17 al 23 aproximadamente,
semana durante la cual los agricultores rendían culto a Saturno, el Dios del
tiempo, de la agricultura y la cosecha y por consiguiente de la abundancia en
la mitología romana, coincidiendo el final de estas fiestas septenarias con el
solsticio de invierno o Sol Invicto, día 25 de diciembre en el que daba
comienzo la estación más fría del año y el final de los días oscuros.Sin
embargo parece ser que las Saturnalias
ya llevaban al menos cuatro siglos celebrándose antes de que ya con Aureliano
en el siglo II d.C. se instaurara la conmemoración del Sol Invicto normalizando
así el culto al Sol como el Dios superior de todas las deidades romanas,
clausurando con ello una época marcada por el politeísmo circunscribiendo así
el monoteísmo.
Precisemos
que las sociedades campesinas en las que el hombre dependía de los astros, de las
lluvias y del sol, requerían ajustar sus ciclos de actividad a las fuerzas de
la naturaleza, de modo que su calendario manifestaba la repercusión directa del
clima en la ocupación agrícola. En función de la longitud de los días, de que
tuvieran más horas de luz o menos, fueran fríos o calurosos, lluviosos o secos,
cada momento del año era y sigue siendo, favorable o no en sus actividades, no
obstante esta benevolencia o severidad climática también era impresa en el
plano psicológico expresada en estados de ánimo, sensaciones y
sentimientos,resolviéndose de este modo en comportamientos sociales concretos.
Precisamente
la celebración de las Saturnalias
y el Sol Invicto tiene su expresión social en la fiesta y probablemente
sea a través del fenómeno de la fiesta donde más profundamente se perciba la
relación entre el tiempo cronológico o meteorológico y el tiempo vivido en el
espacio natural. Historiadores de la talla de Burke, LeGoff o Caro Baroja y
antropólogos como Edmund Leach u Honorio M. Velasco han constatado que la
fiesta ha sido siempre una de las maneras de medir y ordenar el tiempo, exaltando
lo excepcional de ciertas fechas comosolsticios y equinoccios o comienzos del
año agrícola y creando con ello la construcción de una vivencia tangible
asociadas a sentimientos que se rehacían constantemente. Así pues como
concluiría Henri Frankfort (1951) tras sus estudios del tiempo en el Antiguo
Oriente, “el tiempo era cualitativo y concreto” de modo que el paso de un
periodo a otro se vivía como una situación crítica que era simbolizada con
ritos especiales; siendo la simbología y el rito por la exaltación del acto de
creación originario una de las manifestaciones que el hombre ha necesitado
desde el comienzo de los tiempos.
Cultos, Natalicias y
Epifanías
Seguramente
nos preguntemos por qué el año, en la era cristiana, comienza el 1 de enero, aunque
el nacimiento de Cristo como punto de partida teórico del cómputo del tiempo en
esta era, se fijara el día 25 de Diciembre en la Europa cristiana Occidental y
el día 6 en la Oriental.
Pues
bien comenzaremos por el calendario juliano, basado en el movimiento del Sol que
fue instaurado por Julio César a partir del año 46 a.C restaurando a su antecesor,
el gregoriano. El día 25 de diciembre se señalaba como el comienzo del
solsticio de invierno, día en que los romanos celebraban el nacimiento de su
Dios Sol como ya hemos mencionado, no obstante ya en el año 153 a.C se fijaba
el día 1 de enero como inicio del año con la finalidad de poder planificar las
campañas anuales a consecuencia de las guerras celtibéricas que acontecían en
la Península Ibérica.Simultáneamente el nacimiento del Dios Mitra, Dios Solar
de los persas, considerado como protector de la verdad, se fijaría el día 25 de
diciembre.Posteriormente hacia el 62 a.C los romanos absorbían a este Dios
aunque agregándole ciertas características originando el mitraísmo, religión
que se expandiría por todo el Imperio Romano.
Pero
es sabido que desde la alta antigüedad, en Babilonia, allá por el milenio 2 a.C
la reina Semíramis ordenó al mundo celebrar el nacimiento de su hijo Tamuz.
Tamuz se consagró como la reencarnación de su padre Nimrod, (Baal) Dios del
Sol, reclamando la reina el día 25 de diciembre como fecha del nacimiento de
Baal. Posteriormente todo el mundo rendiría adoración al Sol bajo diversos nombres
como Tamuz, Horus u Osiris.
Por
otro lado el día 6 de enero era la fecha de la bendición de los ríos en el
culto de Dionisos, que los griegos identificaron con el dios egipcio Osiris
coincidiendoeste mismo día con la de su nacimiento o aparición en la Isla de
Andros. La epifanía de Osiris también se festejaba en esta fecha que venía
precedida por un periodo de duelo donde se lloraba al dios muerto en la época
del solsticio de invierno; luego reaparecía Osiris y las aguas del Nilo se
hacían vino. El mismo día Isis alumbraba a Harpocrates, el Sol renaciente y en
astrología, el 6 de enero marcaba el momento en que el sol salía por la
constelación de la Virgen.
Por
el contrario la Iglesia primitiva nunca pudo fijar la fecha exacta del
nacimiento de Jesús. De un lado la propuesta formulada por los basilidianos de
Egipto, una secta gnóstica semi-cristiana, que desde el siglo II había sugerido
el día 6 de febrero fue respaldada por los cristianos de Siria y después por
todas las comunidades de Oriente a partir del siglo IV d.C.pues en el
cristianismo oriental la identificación de Cristo con el Sol fue una constante.
En el año 386 se proclaman oficialmente dos fiestas cristianas: la Pascua y la
Epifanía sin embargo un año antes elpapa Siricioya entronado en la silla de San
Pedro había calificado la fecha del 6 de enero como “Natalicia”. De otro lado
la Natalicia de Jesús el 25 de diciembre que es adoptada por occidente
igualmente tiene su origen en la pre-cristiandad; en este caso en el ya
mencionado Dios Mitra. La Roma del siglo II fue una época donde competían el
cristianismo y el mitraísmo y puesto que ambas compartía prácticas similares la
Iglesia consideró apropiado el mecanismo de la sincretización de ambas. Tras el
‘Edicto de Milán’ en el año 313 d.C., el emperador Constantino I daba luz verde
a la libertad de religión y culto en todo el Imperio y poco antes de su muerte,
en el año 337, fue nombrado papa Julio I, con quien confraternizó, ayudando con
ello a que se decidiese ir sustituyendo las fiestas paganas por celebraciones
de índole cristiano. En el año 440 el Papa León Magno estableció esta fecha
para la conmemoración de la Natividad y ya en 529 el emperador Justiniano la
declara oficialmente festividad del Imperio.
El rito de regalar
El
reparto de regalos es una costumbre asociada simbólicamente con la prosperidad
en diversas culturas.Existe la creencia en que dar y recibir bienes no es
únicamente un acto social o económico, sino que propicia la abundancia, las
cosechas generosas y otros dones posibles, entre ellos los bienes de salvación
que se reciben en la otra vida. Igualmente Marcel Mauss, en su ensayo sobre la
Teoría del don manifiesta la sospecha de que en todas las sociedades existen en
las más diversas formas, el intercambio, que parece estar en el centro de la
organización y que tienen su efecto sobre los vínculos interpersonales, en
particular el afectivo.
Lo
cierto es que en la praxis, la donación e intercambio de regalos ha existido
desde siempre. Ya en la prehistoria se tiene constancia del intercambio de
objetos como amuletos y conchas; en el antiguo Egipto se regalaba a los reyes
con el objetivo de obtener favores o sellar alianzas; en el caso de Grecia en
la Odisea ya se mencionan los presentes a Ulises aunque motivado posiblemente
por el temor siendo la forma de ahuyentar a los malos espíritus. En Roma se
practicaba la costumbre de hacerse regalos entre amigos y parientes desde el
año 150 a.C fijando el día 1 de enero como día destinado a regalar: monedas de
latón, amuletos, salazones o miel. Igualmente estos regalos se usaban para
celebrar las Saturnalias. Aunque sin duda las prácticas de regalar más célebres
en la cultura occidental son de un lado la tradicional entrega de presentes que
los Reyes Magos de Oriente entregaron a Jesús en Belén: oro, incienso y mirra
asociados y que trascendió en la tradición de hacer regalos el 6 de enero y de
otro lado, la costumbre de regalar el día de Navidad, cuyo portador se fija en
el icono de Papá Noel cuyo mito originario fue San Nicolás de Myrna, obispo
turco popular por repartir dádivas a niños y los más pobres.
Los Reyes Magos
La
aparición de estos personajes, los Reyes Magos o Magos de Oriente, merece
mención aparte, porque constituye también un claro ejemplo de sincretismo.
Sabemos que su origen es bíblico y son mencionados en el Evangelio de San
Mateo. Éste habla de “sabios”, en número indefinido, que acuden a Belén guiados
por una estrella milagrosa. Las connotaciones mitraístas del episodio son
evidentes: el empleo de la palabra magi (“magos”), de origen indoeuropeo,
descubre una clara alusión a los sacerdotes persas, adoradores de Mitra. Los
Evangelios no dicen nada acerca del número, el nombre o la apariencia física de
los Magos; los cristianos de Oriente decían que son doce pero la tradición
romana se quedará con tres, a los que dará nombres fantásticos. El título de
“Reyes” parece haberse añadido tardíamente para que la tradición contribuyera a
la realidad a partir de la creación del mito.
No
obstante, la fecha del 6 de enero quedaba notablemente disminuida respecto a la
nueva fecha de la Navidad. Para facilitar el cambio de fechas, la Iglesia
recurrirá a una duplicación dogmática: la Navidad, el 25 de diciembre,
conmemora el nacimiento físico de Jesús (natalis in carne); la Epifanía, el 6
de enero, celebrará el “segundo nacimiento”, espiritual, de Cristo, simbolizada
por el bautismo en aguas del Jordán. Posteriormente, siglos más tarde, la
Epifanía irá perdiendo importancia en la Iglesia de Occidente y quedará
reducida al episodio de los Magos, no obstante en Oriente, la Epifanía
alcanzará una importancia que jamás conocerá en Occidente.
Los
nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar fueron incorporados a partir del Siglo
XIII, mediante un poema aparecido en España, titulado El auto de los Reyes
Magos. En un principio, los Reyes Magos eran de raza blanca, pero a partir del
Siglo XVI, en todas las representaciones se le adjudicó a Baltasar la raza
negra. Las nuevas necesidades imprimieron el simbolismo, identificando a los
tres magos con las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo
poblaban, según se creía en esos días. "La la figura de los Magos,
emisarios de Zoroastro, representa la encarnación de lo sagrado en cada hombre,
así los Magos utilizaron en su aparición los poderes naturales representados en
tres elementos, que simbolizan los estados por los cuales debe transitar el maestro
Jesús a lo largo de su peregrinación como Salvador. El incienso simboliza la
purificación de las almas y el poder de curación espiritual. La mirra, la
iluminación que es el estado conectivo del creador y el maestro. El oro se lo
encuentra asociado con la "imagen de la luz solar y a la inteligencia
divina", es decir, con la Epifanía; del mismo modo se ha identificado a
los Reyes Magos como representantes de la Santísima Trinidad.
En
conclusión afirmar que los procesos de cambio que afectan a la cultura no son
ajenos a la religión, en cuanto parte de aquella.En la historia y en el
presente hay numerosos ejemplos de sincretismos que son el resultado de los cambios
que se han introducido en determinadas culturas. Las creencias son
consustanciales con las culturas y las sociedades humanas y por endeal ser
parte de la cultura no son ajenas a ninguna sociedad que exista o que haya
existido. Los ritos confirman la estructura social y refuerza la solidaridad,
son eficaces pues se deduce la obligatoriedad del mismo; remiten a actos
formales, repetitivos y pautados que históricamente han sido referidos al
ámbito religioso. El mito por otro lado, reafirma la solidaridad y la identidad
grupal, pero además consolida a través de sus narraciones idealizadas en las
que se se entreteje lo real con lo imaginario, la sacralización eternizada de
relatos correspondientes a temporalidades distintas de la real que son
transmitidos de generación en generación, colaborando en la configuración de la
tradición y la costumbre.
Autora| Margarita de Tena Calvo
Vía| El
País
Imagen| Dónde
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