El descubrimiento de nuevas especies
de homínidos no consigue despejar algunas de las dudas sobre la evolución
humana, sino que abre nuevos debates. En este panorama aparecen formas de
investigación novedosas y criticadas
Comparativa de las características craneales del Homo naledi con otras especies humanas primitivas |
La
gran cantidad de hallazgos fósiles de las últimas décadas parece haber dado
lugar a un momento de reflexión y debate
que gira en torno a dos temas
principales: un posible cambio en los métodos de investigación en
Paleoantropología, y las relaciones filogenéticas de los homínidos.
Un posible cambio de paradigma
La
construcción de una filogenia humana presenta grandes dificultades debido a diversos factores como la
disponibilidad de datos o la diferenciación de especies que se parecen entre
sí. Además, tras el minucioso trabajo
que conlleva un estudio todavía se ha de llegar a un consenso con el resto de científicos, llevado a cabo mediante un
proceso de revisión por pares del mismo en revistas de prestigio. De esta forma
se adquiere credibilidad por parte de la
comunidad científica, al menos mientras nuevos descubrimientos no lleven a
replantearse los resultados. Esta es la forma
tradicional de investigación.
Sin
embargo, la difusión del hallazgo de Homo naledi parece haber transgredido todas esas normas, y hay quienes critican que los
resultados se publicaron apresuradamente
(un estudio de más de 1.550 fósiles en sólo dos años), sin
una revisión por pares (se publicó en una revista de acceso abierto, que no
requiere tanto tiempo de revisión antes de la publicación definitiva como en
las revistas de pago) y de forma poco
seria, llegando a tacharse incluso de "truco publicitario" y de
hacer de la ciencia un negocio.
A
pesar de todo, puede ser el comienzo de un cambio hacia un proceso de investigación más rápido,
abierto y accesible (incluso se pudo seguir el proceso de excavación a
través de twitter). En cualquier caso, hay que tener mucho cuidado a la hora de
publicar ciertos titulares espectaculares, como que Homo Naledi es nada menos que "el eslabón perdido", sin
tener una certeza científicamente comprobada.
Un árbol filogenético poco preciso
El
árbol filogenético más reciente es el presentado por Chris Stringer en el Museo
de Historia Natural de Londres. Se trata de una síntesis de las especies
más reconocidas, pero en él no aparecen las posibles relaciones entre ellas, ni
siquiera hipótesis filogenéticas, por lo que ha sido objeto de algunas críticas.
Hay que tener en cuenta que, aunque algunas especies parecen estar
consolidadas, la paleoantropología es una ciencia muy dinámica. Por eso para
entenderlo hay que conocer algunas de las líneas de debate abiertas.
Comenzando
por Homo
naledi, una de las dudas
razonables sobre su estudio es el porqué no se ha realizado una datación, al
menos relativa, antes de su publicación. Como deducen por sus rasgos
morfológicos puede tener una antigüedad de unos 2 millones de años y ser el
"eslabón perdido", pero también puede ser mucho más reciente. Dado el
importante número de individuos encontrados, 15 por ahora, conservará su nombre
de cualquier modo. Sin embargo, aún cuando fuese muy antiguo, podría llegar a concluirse
que pertenece al género Australopithecus.
Respecto
a las primeras especies del género Homo
también existen diferentes debates. Por ejemplo, algunos científicos piensan
que Homo
habilis y Homo rudolfensis no pertenecen al género Homo. También se debate sobre si el Homo ergaster africano y Homo
erectus asiático son especies diferentes o una sola, ya que presentan
muchas similitudes. Más conocido a nivel mediático es el Homo floresiensis, del
que algunos todavía piensan que no se trata de una especie diferente, sino de
un Homo sapiens con algún tipo de
malformación.
Según Chris Stringer, nuevas estimaciones
genéticas sugieren que el linaje
neandertal podría haberse separado
de la rama que compartimos hace unos
650.000 años en lugar de 400.000,
poniendo en duda a Homo heidelbergensis como el ancestro común de Neandertales y
Sapiens y situándolo en los comienzos de linajes posteriores.
En
conclusión, a pesar de que cada vez disponemos de más datos sobre nuestros
orígenes, todavía no son suficientes como formular hipótesis con cierta precisión.
Autora| Ana
Carmen Diago Vinadé
Imagen| eLIFE
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