El asesinato
que hizo cambiar el sistema de emergencias
Periódico del New York Times con la noticia del suceso |
Catherine Susan Genovese , conocida
como Kitty, nació el 7 de julio de 1935,
en el seno de una familia italoamericana de clase media de Brooklyn.
Cuando Kitty tenía 19 años, su
madre fue testigo de un asesinato en plena calle, por lo que la familia decidió
mudarse a Connecticut buscando un lugar
menos peligroso, pero ella decidió quedarse en su ciudad natal.
El 13 de marzo de 1964, Kitty terminaba su jornada laboral a las 3:15 de la madrugada en el bar y se disponía a regresar a casa. Aparcó su
coche junto al bloque de apartamentos en el que vivía con su pareja, en Queens,
y cuando salió del vehículo un tipo se le abalanzó encima y le asestó las
primeras puñaladas.
Imagen de Kitty Genovese |
En ese momento Kitty comenzó a gritar: “Dios mío, me ha apuñalado, ¡ayudadme!”.
Algunas de las luces de los pisos se encendían y otros más curiosos salían
a la ventana a ver qué sucedía, pero solo uno de ellos gritó al agresor que
dejara a la chica tranquila. Esto era solo el inicio de los 35 minutos de
agonía que viviría la joven.
Por temor a ser identificado Winston Moseley, el asesino, huyó del lugar,
momento en el que la chica aprovechó para intentar llegar a su apartamento por
la entrada de la parte trasera del edificio.
Sin embargo, Mosley la había seguido y la emprendió de nuevo contra ella,
acuchillándola nuevamente y mientras
ella yacía moribunda en el suelo, el asesino huyó.
Unas semanas más tarde el New York Times publicó que 38 testigos habían
oído los gritos de ayuda de Kitty, aunque el autor del libro “Kitty
Genovese: the murder, the bystanders and the crime that changed America”, Kevin
Cook, declaró que fueron 49 los vecinos entrevistados, pero el hecho es que
nadie fue a ayudar.
Los estadounidenses quedaron conmocionados al saber que se había producido
algo tan horrible, con tantos testigos y que no hubiera habido reacción alguna
por parte de ellos.
Este hecho llevo a dos psicólogos, Darley y Latané, a confirmar las hipótesis
de sus experimentos en lo que llamaron el “efecto
espectador”, que explica que cuantas más personas sean testigos de un crimen o
de un accidente, menos posibilidades hay de que alguien intervenga porque la
responsabilidad se diluye.
Sin embargo, la sensación del pueblo ante esa falta de intervención, era
de fracaso social, de apatía e indiferencia hacia el sufrimiento de los demás.
Esto hizo que se crearan más asociaciones de vecinos y que los
funcionarios locales comenzaran una campaña nacional para crear un protocolo de
emergencia unificado en un único número.
En enero de 1968, la compañía Bell anunció la creación del 911.
Autora| Raquel Martínez Cabo
Imágenes| Wikipedia, Criminología
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