La
última noche del año está llena de multitud de misteriosas costumbres
inexplicables
Las tradicionales doce uvas de Nochevieja |
La Navidad es una época llena de tradiciones que, en muchos casos, hunden sus raíces
en la historia. Es típico adornar nuestras casas con populares adornos
navideños como los árboles de navidad, las guirnaldas, las luces de colores o
los belenes, o iniciar las fiestas escuchando el soniquete de los niños de San
Idelfonso cantando los números de la lotería.
Sin embargo, es la
última noche del año la que suma multitud de costumbres inexplicable en muchos
casos. Una de ellas, es la de tomarse
las uvas al ritmo de las doce últimas campanadas del año. Se piensa que se
originó en España, aunque hay quien piensa que viene de Francia o Alemania. Se
comenzó a practicar en nuestro país, alrededor de 1880, y con el tiempo se extendió
a América a países como México, Venezuela, Bolivia, Colombia, Chile, Costa Rica
y Perú.
Existen dos
hipótesis principales sobre el origen de esta tradición tan simbólica de la
Nochevieja. La primera explica que se trata de un acto de burla del pueblo hacia las costumbres de la burguesía, propiciado
por el enfado que un bando municipal del alcalde de Madrid, José Abascal y
Carredano, ocasionó a los madrileños en el año 1882. Según parece, el día de
los Reyes Magos, el 5 de enero, era un día festivo en el que se permitía beber
en la calle y hacer más ruido de lo normal para recibir a los Magos de Oriente.
El bando obligaba a pagar 5 pesetas a todo aquel que quisiera salir a la calle a
festejar ese día, un precio bastante elevado para la época. Muchos madrileños
no pudieron salir a festejar ese día y, enfurecidos, decidieron imitar la costumbre
burguesa de beber champán y tomar uvas en la cena de Nochevieja. Así que, desde
entonces, acudieron a la Puerta del Sol para imitarlos mientras sonaban las últimas
campanadas de año. La prensa madrileña de 1897 ya reflejaba la tradición de
tomar las doce uvas al son del reloj.
La segunda suposición
expone que en 1909 se produjo una cosecha
de uvas excepcional que generó muchos excedentes. Los productores aprovecharon
la situación para vender las uvas sobrantes atribuyéndoles el don de la “buena
suerte”. Esta situación, unida a la tradición de los burgueses madrileños, propició
que la gente más humilde también comenzara a practicar esta forma de celebrar
la Nochevieja.
Pero existen otras
tradiciones en esta última noche del año, para atraer la buena suerte, como la
de ponerse ropa interior roja o
amarilla, dependiendo del país; la de besar
a alguien del sexo que quieras atraer, en EEUU, justo al entrar en el Año Nuevo; la de salir fuera
de la casa y volver a entrar pisando siempre primero con el pie derecho; la de cenar lentejas en Nochevieja, en Italia; o la de beber una copa de champán o cava con anillo de oro dentro
como símbolo de riqueza.
Muchas de estas
costumbres no tienen ni una explicación lógica ni un origen definido, pero
forman parte de nuestra raigambre y de nuestra Navidad.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
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Imagen|
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