Shanidar, o la solidaridad en el Pleistoceno

Una muestra más de la generosidad con la que las comunidades humanas del Paleolítico medio cuidaban de sus miembros menos afortunados

Entre los neandertales, un individuo con diversidad funcional severa
podía sobrevivir gracias a los cuidados de su comunidad
Hoy os vamos a contar la historia de Nandy, como fue bautizado por el equipo de la Columbia University que descubrió sus restos en la cueva de Shanidar, Iraq. Digamos que Nandy era un neandertal con mala suerte. Quizás fue un accidente de caza, una mala caída o un desafortunado combate pero el caso es que durante su juventud sufrió un brutal golpe que le aplastó el lado izquierdo de la cara y le dejó medio ciego. Además, sus restos presentaban múltiples fracturas en el brazo derecho y deformidades en su pierna también derecha, atribuyéndosele una parálisis en ese lado del cuerpo quizás debida a la lesión craneal, quizás por una malformación congénita.

Como señala el paleontólogo Erik Trinkaus, probablemente Nandy fuera, por lo que sabemos hasta ahora, el homínido del Pleistoceno más severamente castigado.

Podríamos decir que en las condiciones extremas y terriblemente duras para la supervivencia de un individuo sano hace 50.000 años, uno que fuera cojo, manco y casi ciego tenía todas las papeletas para no llegar a viejo.

Si os contamos todo esto, es porque Nandy llegó.

Sus registros fósiles nos hablan de una cicatrización ósea de todas sus lesiones. De hecho, murió pasado los 45 años, una longevidad poco frecuente en el universo neandertal.

Es decir, casi completamente inválido, no fue abandonado a su suerte para morir de frío, inanición o presa de las alimañas. Antes bien, fue atendido de sus heridas, cuidado y posteriormente mantenido por la comunidad, como señala el antropólogo forense T. Dale Stewart.

¿Podemos imaginar a aquella tribu, cargando literalmente con Nandy en sus desplazamientos de un asentamiento a otro, por escarpadas pendientes y en medio de fuertes ventiscas? Atrás quedaban para él los gloriosos días de caza o de explorar cuevas. Pero también podemos imaginarlo (nos encanta) intentando ser útil a su comunidad en el cuidado de los pequeños o manteniendo encendido el fuego.

Así pues, vuelve a llegarnos desde la Prehistoria un lejano eco que nos trae mensajes de supervivencia gracias a la solidaridad, ternura y cariño del grupo.

Como anécdota, os contamos que la escritora Jean M. Auel se inspiró en Nandy para recrear al personaje de Creb en la novela “EL Clan del Osos Cavernario”.

Autor| ArqueoEduca
Más información| Trinkaus, Erik (1983). The Shanidar Neanderthals.
T. D. Stewart, The Restored Shanidar I Skull, Smithsonian Institution (1958)

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