La
civilización islámica se mantiene en el estado emocional del cerebro humano
La religión es uno de los frutos de la mente humana y, a su vez, nuestra
mentalidad no es más que un producto del cerebro. Para entender la religión, y
en este caso a los fanáticos yahadistas del autodenominado “Estado Islámico”, es
necesario tener primero unas nociones básicas de cómo funciona este órgano
central del sistema nervioso.
Los Occidentales vivimos
en una sociedad en la que prima el uso
de la razón sobre la emoción y tomamos a la Ciencia como la gran religión
del mundo desarrollado. Sin embargo, convivimos en el mundo con otras sociedades
que o bien no han alcanzado aún ese estadio del raciocinio o bien, si han
tenido acceso a él, lo abominan porque no les sirve.
Se puede afirmar, sin
temor al equivoco, que en la actualidad no
predomina la razón sobre la emoción en todos los seres humanos, sino que
convivimos con muchas culturas que se mantienen, intencionadamente o no, en un
estadio emocional de la mente. Es más, este hecho no debe asustarnos porque, si
miramos atrás, en la mayor parte de la existencia humana ha predominado otras
formas de pensamiento asentadas en la emoción.
Partes del cerebro humano |
Para entender este
concepto mejor, y partiendo de la base de que todos los pensamientos que producimos provienen del cerebro, vamos
a examinar brevemente el funcionamiento de este órgano.
El cerebro humano, grosso modo, es un órgano muy complejo
del sistema nervioso que, durante millones de años, se ha ido transformando
constantemente. En su evolución, el
cerebro se ha formado desde abajo hacia arriba, y así se comprueba que las
regiones superiores son más modernas que las inferiores, y que las unas derivan
de las otras.
El proceso evolutivo se
puede explicar siguiendo un esquema muy sencillo. El tallo encefálico, que se encuentra en la parte superior de la
médula espinal, forma la región más primitiva del cerebro y, por tanto, se
encarga de regular funciones vitales básicas de nuestro cuerpo tales como la
respiración. Con el tiempo, el tallo encefálico fue “recubierto” por el sistema límbico (o cerebro
emocional), que pasó a ser el centro
neural encargado de agregar las
emociones a las posibles respuestas del cerebro. Su evolución en el tiempo
desarrolló en el hombre las cualidades del aprendizaje y de la memoria.
Finalmente, se terminó generando en capas superiores el neocórtex (o cerebro racional) que aportaría la lógica a los pensamientos de los individuos.
Con todo, tomando como
referencia a especialistas como Goleman o Rubia, se puede afirmar que los seres
humanos tenemos fundamentalmente dos
cerebros, uno que siente y otro que razona, y que ambos interactúan para
construir la mentalidad y la realidad que percibimos. Pero, ¿cómo se relaciona
el cerebro emocional con el cerebro racional?
Balanza de la razón frente a la emoción |
Las sociedades humanas
han sufrido una continua evolución en sus sistemas cerebrales y han pasado por
estadios en los que han predominado, desde las épocas más arcaicas hasta la
actualidad, las mentalidades mágica,
mítica o racional. Sin embargo, ¿es posible que se pueda delimitar con
precisión el predominio de unos u otros sistemas mentales en cada sociedad?
Es posible demarcar los
sistemas mentales aunque, a mi parecer, se debe considerar que el predominio de
uno no supone la anulación de los otros, sino que pueden ser complementarios,
ya que las partes más antiguas del cerebro se encuentran inhibidas, pero siguen
formando parte de la estructura mental. Con esto quiero decir que la preeminencia de lo emocional sobre lo
racional se percibe en la historia desde las épocas más arcaicas de la
humanidad hasta la modernidad, aunque de manera muy diferente según cada etapa
histórica.
En esta fase emocional
de la historia se ha evolucionado, como vemos, desde la percepción mágica del mundo hasta la mítica o la religiosa.
En efecto, el cerebro humano no es sólo un “órgano razonador”, sino que también
se muestra como un aparato emocional en el que se originan confabulaciones y
fantasías como la magia, los mitos, la religión o el arte. Este aparato
emocional, en el caso concreto del
islamismo radical, si además es manipulado, puede generar mentes
perturbadas que se mueven sólo por la emoción, desechando completamente cualquier
tipo de raciocinio.
Siguiendo con nuestro
análisis, los mitos, que en su origen pudieron florecer de un pensamiento mágico
más primitivo, en la Antigüedad más lejana pudieron estimular la aparición de
la consciencia dualista de la
emoción-razón propia de la mentalidad moderna. Aunque las emociones
permanecen como una referencia constante durante el lento proceso evolutivo de
la humanidad, la llegada de la
civilización marca un punto de inflexión tanto en el proceso histórico como
mental.
La aparición de los primeros códigos éticos y leyes encorsetarán a los
seres humanos, pero no sólo política o socialmente sino también mentalmente.
Este hecho, siguiendo a Goleman, se puede entender como uno de los primeros
intentos de refrenar la antigua vida emocional en favor a la racional. No
obstante, esa mentalidad religiosa prevalece
en muchas sociedades actuales como la islámica y, más aún, en ámbitos más radicales.
En las poblaciones
occidentalizadas, ¿cuándo comienza el predominio del cerebro racional sobre el
emocional? No hay un acuerdo entre los especialistas en este asunto concreto,
pero quizás la hipótesis más asentada es la que especifica que el predominio de la mentalidad racional
sobre la emocional llegó con la Ilustración.
La Ilustración fue, además de una época histórica, un movimiento
cultural e intelectual europeo, entre los siglos XVII y XVIII, en el que se pretendió disipar las tinieblas de la mentalidad
mítico-religiosa mediante el resplandor de las luces de la razón. Desde entonces, hasta nuestros
días, la civilización Occidental mantiene agazapadas las facultades
espirituales bajo la sombra que le proporciona la Ciencia omnipresente. El
vigor alcanzado por lo científico eclipsa a lo emocional y, por tanto, a lo
espiritual. No se ha dado este paso, como se pude apreciar, en algunas civilizaciones como la islámica,
en las que se presencia un inmovilismo de lo emocional. Sólo hay que ver
que se pretende crear, desde las facciones más radicales, un “Estado Islámico” o,
incluso, un Califato
Universal de las proporciones del Imperio de los tiempos medievales.
Para concluir, es
necesario precisar que en la actualidad no se debe valorar como mejor, ni peor,
la preeminencia de la mentalidad racional, o científica, sobre la emocional, o religiosa.
Se trata simplemente de dos formas
diferentes de entender el mundo. Por eso, a mi modo de ver, no se puede
abominar de la civilización islámica por mantenerse en una etapa emocional o
religiosa de la mente, ya que realmente es la que ha prevalecido durante casi
toda la existencia de la humanidad. Aunque este aspecto, claro está, no
justifica el terrorismo yihadista como forma de defensa de esta mentalidad
porque, entre otras cosas, el autodenominado “Estado Islámico” se mueve por
otros factores que no son simplemente religiosos y que aquí no vamos a entrar a
valorar.
Bibliografía
GOLEMAN, D. Inteligencia emocional. Barcelona,
Kairós, 2011.
RUBIA, F. J., El cerebro nos engaña. Madrid, Booket,
2010.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
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