A José Miguel Serrano no le gusta que le llamen el Indiana Jones sevillano. |
Este profesor de la Hispalense es subdirector del Proyecto Djehuty, con el que la élite de la egiptología española lleva trece años excavando en Tebas con resultados sorprendentes.
A José Miguel Serrano no le gusta que le llamen el Indiana Jones sevillano, como alguna vez ha escrito algún compañero plumilla. "No tengo látigo, no busco del Arca de la Alianza y me llevo muy bien, por ahora, con mi vecino alemán". Sus gafas de cierto aire retro, su nariz rotunda y un despacho decorado con fotos de faraones y excavaciones le dan a este profesor de la Hispalense un aire de personaje de Los cigarros del faraón, la famosa aventura dibujada por Hergé en la que el reporter Tintín descubre la tumba de Kih-Oskh llena de egiptólogos muertos y cajas de puros.... Es imposible que la fantasía no asome la cabeza cuando rozamos la civilización del Nilo, algo que, sin embargo, a Serrano le produce una irónica sonrisa que raya el desprecio. "La paradoja de la divulgación científica es que, muchas veces, no está escrita por científicos, por lo que se llegan a decir unas tonterías tremendas". Discípulo de Presedo y maestro de jóvenes egiptólogos continuadores de la escuela sevillana en esta materia, José Miguel Serrano es uno de los responsables de que la Hispalense sea uno de los escasos sitios de España en el que se pueda estudiar Egiptología con garantías académicas plenas. En su ratos libres tiene un grupo de pop-rock que toca versiones puretas. "No todo va a ser Egipto", se excusa.
-Muchas personas desconocen que en la Universidad de Sevilla se ha ido desarrollando poco a poco una de las pocas escuelas de egiptología que existen en España.
-Más que de escuela prefiero hablar de célula. Efectivamente, en España la Egiptología sigue siendo una ciencia incipiente y sólo existen núcleos de cierta importancia en Madrid, Barcelona y Sevilla. Luego hay personas aisladas, como Miguel Ángel Molinero, un profesor de la Universidad de la Laguna que está haciendo cosas muy interesantes.
-En los orígenes de esta célula sevillana me imagino que sería muy importante la influencia del catedrático gallego afincado en la ciudad Francisco Presedo, un personaje que ya ha salido varias veces en estas páginas y que, imagino, saldrá muchas más.
-Francisco Presedo fue el pionero en la universidad española de la Egiptología y de la orientalística antigua. Formó parte del equipo español de la famosa campaña de la Unesco para salvar los templos de Nubia cuando Nasser decidió construir la presa de Asuán y, gracias a esta acción, tenemos en Madrid el Templo de Debod, que, junto al de Dendur del Metropolitan de Nueva York, son los únicos que existen fuera de Egipto. Llegó a Sevilla como catedrático de Historia Antigua -uno de los primeros de España- a principios de los setenta y se preocupó no sólo de crear un equipo, sino de poner las bases de la que hoy es una de las mejores bibliotecas universitarias de Egiptología que hay en el país.
-Esta biblioteca, que se encuentra aquí, en el Departamento de Historia Antigua de la Hispalense, es otra gran desconocida.
-Sí, fue la mejor de España hasta que, en 2013, el CSIC adquirió la magnífica biblioteca del egiptólogo Hans Goedicke, una magnífica noticia. Pese a esto, la de Sevilla sigue siendo un referente indiscutible, con las colecciones completas de todas las grandes revistas internacionales de Egiptología. Esto se lo debemos a Presedo.
-Usted ha sido el continuador de su labor en Sevilla...
-Presedo fue mi maestro. Con él organicé los cursos de lengua y escritura egipcia en Sevilla. Me formé como egiptólogo en París gracias a su consejo.
-Y el testigo sigue pasando de generación en generación. Ahí está, por ejemplo, la labor de Myriam Seco. ¿Alguien más que destaque?
-Sí, Antonio Morales Roldán, un sevillano del Parque Alcosa, antiguo discípulo mío que leyó su tesis en la Universidad de Pennsylvania y que actualmente es profesor de Lengua y Literatura Egipcia en la Universidad de Berlín. Es una auténtica estrella, ojalá pudiésemos repescarlo, pero...
-Actualmente, dentro de la Egiptología española y sevillana es muy importante el Proyecto Djehuty, del que usted es subdirector.
-Con el Proyecto Djehuty ,que dirige mi buen amigo del CSIC José Manuel Galán, llevamos trece años de trabajos arqueológicos ininterrumpidos en la necrópolis de Tebas, excavando las tumbas de dos nobles del Imperio Nuevo, Djehuty y Hery.
-¿La crisis ha llegado a amenazar el proyecto?
-Sí. De hecho ha habido momentos en los que no sabíamos si íbamos a poder continuar. Sin embargo, desde hace tres años nos financia Unión Fenosa Gas, con lo cual estamos encantados.
-Imagino que la inestabilidad política de Egipto también les habrá dado problemas.
-Bastantes. En enero de 2011, cuando la revolución de la Plaza Tahrir, estábamos en plena campaña y tuvimos que suspender las excavaciones. Fue muy decepcionante y temimos que iba a ser el final del proyecto. Sin embargo, volvimos en 2012 y continuamos el trabajo sin ningún problema.
-Gracias al proyecto Djehuty se han realizado descubrimientos importantes, como el sarcófago intacto de un niño que vivió sobre el 1.550 antes de nuestra era. Además, recientemente, se produjo una noticia excepcional: el hallazgo del llamado Ataúd de Neb.
-Es una pieza de extraordinaria importancia, no sólo por su belleza formal (es de madera pintado en vivos colores) sino porque es un documento histórico de primer nivel. En los museos del mundo hay miles de sarcófagos, pero como el de Neb sólo existen unos treinta, de los cuales la mitad están muy mal conservados. Pertenece a la dinastía XVII, una de las época más desconocidas de Egipto, cuando la ciudad de Tebas se convierte en la capital del reino y se sientan las bases del imperio y del dominio sobre Palestina, Siria y Nubia.
-La dinastía XVII... La historia de Egipto es inabarcable...
-El egipto faraónico son casi cuatro mil años de historia, la civilización más longeva de la humanidad.
-Más allá de la arqueología, usted ha estudiado la religión egipcia a través de los textos. ¿Qué le debe el cristianismo a las creencias egipcias?
-El cristianismo, una religión de origen oriental que triunfó en el Imperio Romano, tiene muchos elementos que provienen de Egipto. La imagen de la Virgen con el Niño, el Dios que muere y resucita, la existencia de un más allá bienaventurado y de un juicio después de la muerte... Todos estos elementos fueron centrales en la religión egipcia dos mil años antes de que los hebreos apareciesen como pueblo en el antiguo oriente.
-Algunos dicen que la devoción mariana es heredera directa del culto a Isis.
-Todo el mundo está de acuerdo con esa idea, incluido el Instituto Pontificio Bíblico de Roma. El modelo iconográfico de María con el Niño en brazos es el mismo que el de Isis con Horus sentado en sus rodillas. De hecho, en las primeras obras de arte paleocristianas este motivo se reproduce prácticamente igual, aunque despojado de elementos como los cuernos y el disco solar. Esto no tiene nada de singular ni de inquietante, sólo hay que ir a la literatura antigua egipcia para ver que muchos de los temas del Antiguo Testamento ya estaban planteados: la lucha entre David y Goliat, José y la mujer de Putifar, los Santos Inocentes... No olvide que el relato del Diluvio Universal ya está en una tablilla sumeria del 2.600 antes de Cristo, cuando faltan 1.600 años para que el primer protojudío aparezca...
-También ha dedicado atención al tema de la mujer en el antiguo Egipto. ¿Cuál era su papel?
-La mujer egipcia tenía un reconocimiento de su dignidad individual mucho mayor que en otras culturas. Cuando hablamos de la emancipación de la mujer en el mundo contemporáneo nos olvidamos muchas veces de que somos herederos del mundo grecorromano, una herencia magnífica que también tiene sus cargas y sus lastres. En este sentido, no olvide que el Derecho Romano considera a la mujer como una deficiente, una menor de edad que necesita un tutor legal que la represente... Y en Grecia ni le cuento, la mujer era menos que nada. Sin embargo, en Egipto las mujeres tenían reconocimiento jurídico: podía heredar, comprar y vender de forma independiente, firmar un contrato matrimonial donde incluyera que podían recuperar la dote si se divorciaba...
-Sus escritos sobre la sexualidad egipcia nos muestran una sociedad tolerante en esta materia.
-Bueno, digamos que tenían una sexualidad muy natural, sin las connotaciones éticas y morales propias del judeocristianismo. En Egipto, la moralidad no tenía nada que ver con la religión, sino, como diría Rousseau, se fundamentaba en el contrato social, en la convivencia de la comunidad: no robar, no matar... De hecho, el adulterio era una pena grave no por una cuestión de moral sexual, sino porque generaba problemas sociales y judiciales importantes al no saberse de quién era el padre de un determinado niño. Sin embargo, dos jóvenes solteros podían tener relaciones sin ningún tipo de problema. Es más, para casarse no existía ni una ceremonia ni un sacramento, bastaba con que los cónyuges se fuesen a vivir juntos.
-Conocían diversos métodos anticonceptivos, ¿en qué consistían?
-Ellos sabían perfectamente los ciclos de fertilidad de la mujer y cómo poner barreras para evitar que la semilla del hombre no quedara dentro de la mujer. De todas maneras, el problema de los antiguos egipcios era exactamente el contrario, ya que la mortalidad de la mujer durante la gestación o el parto y de los niños en sus primeros momentos de vida era altísima, algo que amenazaba la supervivencia de la comunidad. El embarazo casi siempre se veía como una oportunidad para la sociedad.
-Aun así también están documentadas técnicas abortivas.
-Por supuesto. Solían consistir en bebedizos muy agresivos que podían conducir a la muerte, una auténtica barbaridad que sólo practicaban mujeres a las que les iba la vida en ello, como las adúlteras. Como suele pasar, era una cuestión secreta que solía quedar entre las féminas, por lo que hay pocos papiros médicos sobre la cuestión.
-En general, la vida de la gran mayoría era muy dura.
-Mucho. Aunque no hay censos, podemos decir que, quitando la familia real, la nobleza y los funcionarios -el uno o el dos por ciento de la población-, todos eran más pobres que las ratas; campesinos y trabajadores manuales que vivían en la miseria más absoluta y que no sabían si al mes siguiente se iban a morir de hambre. Más que jerarquizada era una sociedad estática, un mundo en el que uno moría con la profesión de sus abuelos y en el lugar donde había nacido, algo muy difícilmente comprensible para una sociedad como la nuestra, con una gran movilidad social y geográfica. Las personas eran simples súbditos del faraón, que podía decidir sobre su vida y su muerte. La libertad y la ciudadanía fueron conceptos que Grecia inventaría mucho después.
-Hay personajes que en la mentalidad popular son la quintaesencia de lo egipcio. Por ejemplo, Cleopatra.
-Lo curioso es que Cleopatra, como su nombre indica, es griega. Fue una reina de la dinastía ptolemaica, fundada en Egipto por Ptolomeo, un general de Alejandro Magno. Es verdad que esta dinastía tomó cosas de los faraones y de la cultura egipcia, pero la lengua que se hablaba en Alejandría, la capital de aquel Egipto helenístico, era el griego. Por motivos propagandísticos, para los romanos se convirtió en la encarnación del mal y responde a esa concepción de lo oriental como algo oscuro, taimado, sensual...
-¿Como la Carmen de Merimée?
-Sí, la mujer tipo odalisca que te está esperando en el diván para llevarte a la perdición, como Cleopatra llevó a Marco Antonio.
-Me resulta curioso el que haya escrito algo sobre la cerveza del antiguo Egipto...
-El cereal por excelencia de la antigüedad era la cebada, porque el trigo, hasta la hibridación en la época moderna, era de muy mala calidad. Aunque los faraones tomaban una cerveza de lujo -con una mayor graduación alcohólica e, incluso, un poco de carbónico natural- lo normal era una bebida espesa que también se podía tomar con cuchara, como unas gachas. Aunque tuviera algo de alcohol era sobre todo apreciada como complemento alimenticio.
-¿Y qué drogas usaban?
-Tenían lo que los griegos llamaban vino de palma, un aguardiente claro que elaboraban a partir de los dátiles, pero que era caro. Sobre todo, usaban drogas vegetales: la mandrágora, la adormidera...
-Hablando de opiáceos, ¿fueron tan buenos médicos como dicen?
-Eran famosos y los llamaban de Babilonia. Los padres de la medicina griega se formaron en Egipto y algunos de los famosos escritos de Hipócrates, que probablemente no existió, están copiados de papiros médicos egipcios. Tenían importantes conocimientos anatómicos por la práctica de la momificación y ya sabían que el corazón movía la sangre... Sin embargo, muchos papiros son decepcionantes, llenos de fórmulas mágicas, chamánicas, o de recetas de bebedizos que no sirven para nada. El tema traumatológico, por contra, lo trabajaron muy bien, como se ve en el famoso papiro de Edwin Smith, donde se tratan entablillamientos, torniquetes... También fueron buenos odontólogos, porque en Egipto se padecía mucho de los dientes debido a que los alimentos estaban llenos de arena del desierto.
-Hablando de ciencia es inevitable la mención a las pirámides, sobre las que se han elaborado miles de teorías sobre su exactitud matemática.
-Esa es una buena muestra de la ignorancia de los piramidólogos. Construir una pirámide es muy fácil. Lo único que hace falta es tener mucha energía para levantar una piedra de cinco toneladas, algo que no era un problema para una sociedad en la que, tres o cuatro meses al año, quedaban millones de personas desocupadas debido a que las crecidas del Nilo inundaban todas las tierras cultivables. Lo difícil y lo que tiene mérito es hacer una bóveda como el Panteón de Agripa en Roma o el Acueducto de Segovia... Las matemáticas egipcias eran muy simples... Lo que sí aportó esta civilización fue la narración en prosa. La famosaHistoria de Sinuhé fue la primera novela de la historia.
Vía: Diario de Sevilla
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