Espacios sagrados convertidos en bodegas en la Ribeira Sacra.

Los eremitorios de O Cotillón y San Pedro de Cela, en Galicia, sirvieron de lagares en tiempos recientes.

Espacios sagrados convertidos en bodegas en la Ribeira Sacra.
San Pedro de Cela parece tener un origen similar al monasterio de San Pedro de Rocas. Por su antigüedad y características constructivas, muchas bodegas de la Ribeira Sacra pueden considerarse verdaderos monumentos. Vino y patrimonio están estrechamente ligados en la historia este territorio. Tal es su mimetismo que a veces son los monumentos los que acaban convertidos en bodegas. La capilla rupestre de O Cotillón, en Pantón, posiblemente uno de los monumentos religiosos más antiguos de la Ribeira Sacra, es el caso más llamativo. Pero hay otros. El tramo inicial de la ruta de senderismo acondicionada el pasado año entre O Saviñao y Pantón esconde los restos del antiguo eremitorio de San Pedro de Cela, camuflados en un paraje de la ribera del Miño entre los muros de una vieja bodega en ruinas.

La existencia del templo de O Cotillón salió a la luz en el año 1997. Sus orígenes y antigüedad no pudieron ser determinados con precisión, pero todo indica que se trata de uno de los monumentos religiosos de mayor antigüedad que se conservan en la Ribeira Sacra. La profesora Flora Enríquez fue una de las primeras personas que tuvieron ocasión de estudiarla. Su conclusión, compartida por algún experto en arte paleocristiano, es que podría tratarse de una capilla construida entre los siglos VI y VII, en tiempos de los reinos suevo y visigodo.

Imágenes grabadas.

No hay constancia de documentos históricos alusivos al templo de O Cotillón. Tampoco se encontraron inscripciones en su interior que permitan fijar con certeza sus orígenes. La cueva está excavada en la ladera del monte de Acedre, zona ribereña del Cabe situada en el tramo final del río, no muy lejos de la desembocadura en el Sil. La construcción tiene forma de cruz latina, con una nave principal de unos diez metros y brazos laterales de cinco metros. Según los expertos que pudieron visitarla, presenta una clara delimitación entre las zonas destinadas a habitáculo y al culto religioso. En una de sus paredes existe un grabado con una cruz y una especie de báculo, que los investigadores creen que puede datar de los siglos X o XI. Al fondo de la cavidad, se aprecian los trazos de otra representación de carácter religioso.

El propietario de la capilla rupestre de O Cotillón, aprovechada como bodega, muestra uno de los grabados en una imagen que fue tomada poco antes de que el hombre abandonase la casa, que lleva diez años cerrada.
Un vecino de Pantón, José Manuel Domínguez, conocido popularmente como O Portaleiro, reconstruyó alrededor de 1950 la casa -por aquel entonces en estado ruinoso- que se había levantado anteriormente sobre la excavación. Mientras duraron las obras, él y su esposa, ambos de avanzada edad, utilizaron la misteriosa cueva como improvisada residencia. Con la casa ya terminada, la gruta pasó a ser aprovechada como bodega por sus dueños. Desde hace alrededor de diez años, la vivienda -situada a unos trescientos metros del pueblo de O Cotillón, en la pista que conduce a Budián- permanece deshabitada. El matrimonio propietario la abandonó y nada más se volvió a saber de ellos.

«El foise cunha filla que tiña en Barcelona e ela marchou para Vigo. Non sabemos se viven aínda», señala un vecino. Nadie visitó desde entonces la capilla rupestre, cuyo estado de conservación se desconoce. O Portaleiro solía mostrarla de forma desinteresada a los visitantes mientras residió en O Cotillón. Incluso obsequiaba gustosamente a los curiosos con un vaso de vino o una copa del licor café que conservaba en su peculiar bodega. Se cuenta que recibió una oferta millonaria «de unos alemanes» que no llegó a tomar en consideración. «Se a vendo, ¿onde vou facer o viño?», decía O Portalerio.

Últimos vestigios.

Imagen religiosa grabada en la
piedra al fondo de la cueva.
Poco antes de que trascendiese la existencia de la cueva de O Cotillón, fueron localizados los restos del antiguo templo de San Pedro de Cela, situados en el vecino municipio de O Saviñao, muy cerca de la iglesia románica de Santo Estevo de Ribas do Miño. De San Pedro de Cela se conserva únicamente el ábside, de planta semicircular, y una sencilla nave de traza románica, en la que rematan las paredes de una vieja bodega, ahora en ruinas, para la que se aprovechó parte de la estructura del templo. De esta parte de la edificación desaparecieron capiteles y otros elementos constructivos, pero en el exterior se salvó del expolio un sarcófago de piedra que el arqueólogo Iván Álvarez Merayo data entre los siglos V y VIII, época a la que podría remontarse la capilla rupestre de O Cotillón.

La etimología de Cela permite suponer que en sus orígenes fue un asentamiento monástico de reducidas dimensiones, en el que pudo estar el germen de la fundación posterior de la iglesia de Santo Estevo de Ribas do Miño. San Pedro de Cela habría sido en sus comienzos, siguiendo esta hipótesis, un eremitorio de origen similar al de San Pedro de Rocas, en la Ribeira Sacra ourensana. El hallazgo de los restos de San Pedro de Cela fue, en realidad, un redescubrimiento. Su existencia estaba acreditada documentalmente, pero se desconocía donde se ubicaba con exactitud. En los muros de las viejas viñas circundantes, aún se aprecia el rastro de su cantería.

La capilla rupestre de O Cotillón pudo haber sido construida entre los siglos VI y VII.

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