Colaboración. Científicos del CICESE apoyaron a los arqueólogos para detectar objetos en los fogones. |
Arqueólogos y científicos hallan campamentos costeros con fogones y material orgánico de la cultura yumana en el sitio de Bajamar, Baja California. Este descubrimiento puede aportar conocimientos sobre el tipo de vegetación que existió en la zona, el uso de recursos naturales y el tipo de actividades cotidianas que realizaron los antiguos grupos étnicos yumanos, quienes habitaron la zona hace aproximadamente 1500 años.
Actualmente, investigadores del Departamento de Geofísica Aplicada del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), en colaboración con el INAH Baja California, analizan las piedras de los fogones (u hogueras) mediante técnicas electromagnéticas, además de que aplican métodos no destructivos para la exploración arqueológica.
“Empezamos a trabajar en el 2012 en un conchero que la arqueóloga Enah Fonseca Ibarra localizó en un hotel en la ciudad de Ensenada, el cual está pegado a la costa y en donde se cree que los antiguos de Baja California, los yumanos, se asentaron. Entonces, la arqueóloga pidió nuestro apoyo para localizar los concheros (campamentos) y las piedras que usaban como fogones para calentar o asar pescados”, señala a Crónica, Marco Antonio Pérez López, investigador del CICESE.
De acuerdo con el CICESE e INAH, en el área de estudio se encontraron 104 sitios arqueológicos, principalmente campamentos de producción, de habitación al aire libre y en abrigos rocosos, de los cuales se eligieron 16 por ser los de mayor potencial y sólo tres se excavaron en 2012. En esos primeros tres explorados hallaron gran variedad de huesos de animales, conchas, manos de metates, herramientas de lítica y 13 fogones.
Por lo que este año, los investigadores de ambas instituciones dedicarán sus trabajos al análisis de la evidencia orgánica por el método de radiocarbono 14 y a la clasificación de los fogones, es decir, determinar si se utilizaron para cocinar, deshidratar o incinerar.
CIENCIA. La aportación del grupo de científicos del CICESE implica exploración, excavación y análisis de materiales arqueológicos. Sobre el primer punto, Marco Antonio Pérez indica que para no levantar toda la tierra del área a explorar, realizaron estudios previos mediante la detección de variaciones de conductividad y susceptibilidad magnética de las rocas.
El método que usaron fue electromagnético aplicado a una profundidad de 30 centímetros, por medio del cual identificaron qué rocas fueron expuestas a calentamiento. Las piedras de Bajamar son andesitas, que no tienden a ser magnéticas pero que debido al calentamiento aumentaron su campo de magnetización.
“Las rocas que hay en la zona tienen una magnetización muy baja. Pero al calentarlas, su magnetización empieza a aumentar. A nivel microscópico los dominios magnéticos están dispersos aleatoriamente y su suma total es cero, pero cuando se calientan, esos dominios magnéticos se orientan y hacen que la roca en ese pedacito se vuelva magnética”, detalla Marco Antonio Pérez.
El especialista en gravimetría y magnetometría, asegura que también pueden determinar la temperatura a la cual fue calentada la piedra. “Se puede reconstruir porque la roca se somete a un calentamiento y se va viendo cómo va perdiendo la magnetización. Cuando la roca deja de ser magnética, significa que a esa temperatura fue calentada”, añade.
Marco Antonio Pérez destaca que es importante conocer, por ejemplo, si fue calentada a 400 grados porque con ese dato, los arqueólogos pueden tener conclusiones sobre qué tipo de material usaron los yumanos para calentar y de dónde obtenían la madera ya que los árboles de Bajamar, son de tronco delgado y no producen mucho calor.
FOGONES. Sobre los fogones hallados, señala el investigador del CICESE, a partir del 2013 empezaron a trabajarlos en conjunto con el especialista del mismo centro científico, Edgardo Cañón, quien sugirió no mover las rocas y tomarles solamente muestras.
“La idea es tomar una muestra de esas rocas, perforarla y llevarla a un laboratorio (del CICESE) y la roca que estuvo expuesta al fuego se le puede reconstruir a qué temperatura estuvo expuesta e, incluso cual era el campo magnético terrestre en aquellas épocas de hace 1500 años”, destaca.
Tomaron, dijo, una muestra para cada fogón para saber si eran contemporáneos, es decir, si fue utilizado una sola vez o si tuvo una recurrencia de ocupación, de esa forma, podrán determinar si cada fogón tiene una fecha diferente.
“Nosotros tenemos un laboratorio en el CICESE que se llama paleomagnetismo, usado para cuestiones de fechamiento, específicamente de cómo han cambiado los continentes en el planeta y ahora los estamos usando para arqueología”, detalla.
Por el momento, enviaron a Estados Unidos algunas muestras de materiales orgánicos para su análisis de fechamiento por medio de radiocarbono 14 fechar y con esas fechas, buscan asociarlas a un campo magnético.
Respecto al material orgánico como huesos de pescado, le sirven a la arqueóloga Enah Fonseca Ibarra para conocer el tipo de alimentación de los yuamanos. “Localizar zonas donde había alta magnetización era probable de encontrar un fogón pero en zonas de baja magnetización, era probable que haya muchas raíces de árbol asociadas a material orgánico que se dejó ahí abandonado”, asevera el científico.
Por último, Marco Antonio Pérez explica que construirán una especie de curva donde establecerán las fechas y el campo magnético terrestre. “Esa curva sería muy interesante construir para Baja California y se podría construir para otros yacimientos arqueológicos de otros estados. En el futuro, teniendo esa tablita y cuando se hallen otros fogones ya no se necesitaría hacer análisis de radiocarbono porque nada más se requeriría ir a la gráfica y de acuerdo a su orientación magnética saber de qué fecha son”, concluye.
Vía: Crónica
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