Diosa Artemisa, del Museo de Atenas. |
La historia del sostén es tan antigua como la moda. No conocemos el origen exacto de la decisión de que las mujeres se taparan los pechos, pero hay algunas pistas. Las primeras evidencias de su uso las encontramos en la civilización minoica, establecida en la isla de Creta hace más de 3.000 años, y existen Diosa de la Serpientevarias pinturas que muestran a mujeres con el pecho descubierto pero con una prenda que empujaba los pechos hacia arriba para hacerlos más visibles. Una figura encontrada en Knossos por el arqueólogo Arthur Evans, la famosa Diosa de la Serpiente, presenta una versión similar del sistema de levantamiento que parece estar hecho de cintas que ajustan y comprimen las redondeces como si fueran un corsé, aunque insisto, todo ello al descubierto. Los griegos (o las griegas) inventaron un sistema parecido llamado apodesmos o mastodesmos, cintas de lino o lana cruzadas sobre el pecho ajustadas por un broche en la espalda.
En Roma se daba una particularidad poco común, y es que nuestros amigos gladiadores consideraban los pechos grandes Bikini_mosaiccomo algo cómico e incluso desagradable (vete tú a saber que bicho les picó), e intentaban por todos los medios ceñirlos, muchas veces con tiras de tela, pero si eran de tamaño “normal”, simplemente utilizaban un método parecido al de los griegos con bandas cruzadas que iban desde abajo, pasando por el canalillo del escote, rodeando el cuello y atadas en la espalda. También existía la versión “bikini” que podemos observar en diversos frescos (Villa Cassale y Pompeya) que muestran a mujeres haciendo gimnasia con dicha prenda, muy parecida a las que vemos en nuestras playas modernas.
En la Edad Media, como bien sabemos, las cosas no avanzaron mucho y las mujeres, si es que usaban algo, simplemente se ceñían una tela sin importarles lo incómodo o poco atractivo que pudiese ser. Sólo entre las damas de la nobleza parecía haber una cierta Medieval braintención de mostrar de mejor manera lo que se tenía, y utilizaban vestidos muy ajustados que por sí solos mantenían la forma del pecho lo mejor posible. No fue hasta finales de la edad oscura que aparecen los primeros ejemplos de la que será la prenda favorita durante los próximos siglos, el corsé. Fabricado típicamente de tela y, a menudo, con varillas de madera, huesos de ballena e incluso metal para darle forma, el corsé se ajustaba desde la cintura hasta el pecho para darle forma a todo el torso. Para mayor efecto, el corsé tenía, y tiene pues todavía se utilizan excepcionalmente) una serie de cintas que se ajustaban fuertemente en la espalda y así forzar el ajuste de la cintura hasta obtener el grado de “avispa” que muchos recordamos en mujeres del pasado, y del presente. La leyenda atribuye su invención a Catalina de Medicis, erróneamente, pues hay evidencias de que existían mucho antes. Lo único que la famosa italiana hizo fue darle un impulso al uso del corsé al prohibir las cinturas anchas.
Ilustración de la patente de Mary Phelps Jacobs. |
El primer “brassiere” moderno no aparece hasta finales del siglo XIX, y existe un debate sobre quién fue en realidad el o la inventora al igual que muchas patentes otorgadas en varios países. Entre las más importantes, podemos reseñar el sostén que daba “simetría redonda” a la portadora, patentado por un tal Henry Lesher de Brooklin, Nueva York, en 1859. Cuatro años después aparece la versión del “sustituto del corsé” del también norteamericano Luman L. Chapman. En Europa, la francesa Hermine Cadolle se atribuyó la invención del primer sostén.
moderno, en realidad un corsé partido en dos que ajustaba separadamente tanto la cintura como el pecho. Su producto fue mostrado en la Exposición Universal de 1889, la misma que vio nacer la Torre Eiffel, y presumía de “liberar” a las mujeres de la opresión. Ya en el siglo XX, las necesidades de la mujer emancipada que deseaba unirse al hombre en actividades que requerían más soltura y flexibilidad, provocaron una explosión en las patentes de sostenes. El primer brassiere producido en masa fue la versión del alemán Sigmund Lindauer en Böblingen en 1912, y dos años antes la joven norteamericana Mary Phelps Jacobs patentó el primer sostén con ornamentos de lazo. Las necesidades de metal en la Primera Guerra Mundial dieron la puntilla al corsé y a partir de mediados de la década de 1910 se expandió el uso del brassiere a las mujeres de todo el mundo.
El sostén no ha parado de cambiar desde entonces. La moda y el nuevo estilo de vida de las mujeres dejaron su clara impronta en la invención y producción de artilugios más cómodos y bellos. El plástico, el nylon y otros materiales sintéticos más flexibles Wonderbraencontraron el camino hacia los pechos agradecidos de las mujeres, aunque no todas estaban tan contentas y hubo, y hay, movimientos feministas que lo veían como un ejemplo de la “opresión” machista, cuestión que rechazo discutir en público. Finalmente, hombres y mujeres de los años 90 dieron la bienvenida al Wonderbra, un sostén que “empuja” hacia arriba para resaltar los atributos femeninos a cotas, en ocasiones, de vértigo. No era en realidad un producto novedoso pues había sido patentado dos décadas antes por una empresa canadiense, pero el auge de la publicidad y la entrada de productos femeninos en los medios y, probablemente la vista de los resultados, lanzaron a este producto a la fama mundial.
Vía: Ciencia Histórica
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