Ave, Augusto... 2000 años después de su muerte.

Un espectáculo resucita el esplendor del foro levantado por el primer emperador.

Un espectáculo resucita el esplendor del foro levantado por el primer emperador.
"Encontré una ciudad de ladrillos y yo la he transformado en una ciudad de mármol", se jactaba Augusto, el primer emperador romano, de cuya muerte el próximo 19 de agosto se cumplen 2.000 años. Augusto reinó en Roma durante un periodo larguísimo de casi 60 años dominado por un dilatado periodo de paz y prosperidad, por lo que efectivamente se pudo dedicar a engalanar la capital del imperio.


Una de las obras más fastuosas que realizó fue el foro que lleva su nombre, el Foro de Augusto. Fueron necesarios 30 años para levantarlo, pero valieron la pena: era absolutamente deslumbrante. Estaba presidido por un espectacular templo en honor de su padre adoptivo, Julio César, asesinado a pocos metros de allí, y dedicado a 'Marte ultore', Marte el vengador. El templo era tan alto como un edificio de nueve plantas y su entrada estaba constituida por un bosque de columnas de mármol blanco reluciente, altísimas, de las que hoy sólo quedan en pie tres. Se levantaba sobre un podio elevado para aumentar su sentido de verticalidad y grandiosidad. Al fin y al cabo estaba pensado como un formidable instrumento de propaganda, en una época en la que el poder celebraba su gloria a través de grandes obras arquitectónicas y de imponentes monumentos.

Ahora es posible revivir en todo su esplendor el Foro de Augusto. Durante cinco meses, desde el pasado martes y hasta el próximo 18 de septiembre, es posible viajar en el tiempo y admirar el Foro de Augusto tal como era hace 20 siglos. Todo, gracias a un espectáculo que tiene lugar todas las noches en las propias ruinas del foro y que logra el milagro de reconstruirlo con la ayuda de proyecciones, efectos especiales, música y una narración en seis lenguas (español incluido). La entrada, que cuesta 15 euros y se puede comprar en la página web www.viaggionelforodiaugusto.it, permite ver el corazón de la Roma de Augusto, una ciudad que bajo su mandato llegó a tener 800.000 habitantes y con Trajano supero incluso el millón. Sólo Londres, en el siglo XIX, llegaría a tener un número así elevado de habitantes.

La magnífica reconstrucción del Foro de Augusto que ahora se escenifica sobre las ruinas de ese lugar permite imaginar lo impresionante que debía de ser. La estatua de Marte, en armadura de guerra, que se encontraba dentro del templo, en la parte sacra cerrada al público, debía de ser absolutamente majestuosa. De hecho, algunas importantes sesiones del Senado romano se celebraban en ese templo, sobre todo cuando se trataba de decidir si declarar la guerra o firmar la paz. Y también allí acudían en tiempos de Augusto sus generales, antes de partir en misión y de ponerse al frente de lo que sin duda fue el ejército más potente de toda la antigüedad, una máquina de guerra perfectamente adiestrada y organizada. Junto a Marte había otra estatua sacra, de Venus.

Pero lo más impresionante de este foro no era el templo de Marte. Lo más extraordinario se ocultaba en otra recinto, cuyo interior estaba completamente revestido de mármol pintado de azul con decoraciones rosas, creando la ilusión óptica de que esa piedra pesada era una cortina de tela que ondulaba. Allí, en medio de esa escenografía, había una estatua colosal de Augusto. Los arqueólogos han calculado que debía de medir unos 11 metros, y hoy de ella no queda nada, a excepción de algunos fragmentos de dedos que han encontrado en las excavaciones realizadas en el lugar.

Lo que sí que continua en pie, altivo desde hace 2.000 años, es el muro de 33 metros de altura que aislaba el Foro de Augusto del barrio colindante de la Suburra, donde vivía la Roma popular, y que también funcionaba como cortafuegos. De hecho, cuando algunas décadas después, siendo emperador Nerón, se desencadenó el gran incendio de Roma, el muro actuó realmente como un cortafuegos, salvando el templo de Marte y todo el foro de las llamas y sirviendo de refugio a muchos habitantes de la Suburra.

Pero el espectáculo no sólo cuenta la grandiosidad del Foro de Augusto, sino también su decadencia, cuando, después de siglos de riqueza y conquistas, a Roma le llegó su hora. La ciudad, que parecía inexpugnable, fue invadida una y otra vez. La gente comenzó a abandonarla, y en poco tiempo su población se redujo a unas 40.000 personas en total. El Foro de Augusto fue invadido por las plantas, los detritos y los sedimentos. Ya en el siglo VI comenzaron los primeros expolios, pero la degradación se aceleró en el siglo XVI, cuando se construyó en el foro un monasterio para monjas. Sin embargo, aquel muro de 33 metros sobrevivió a todos los terremotos que en estos 2.000 años han golpeado a Roma, incluido aquel que se registró en 1703 y que incluso hizo caer una parte del Coliseo.

Vía: El Mundo

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