Los masái ayudan a los elefantes que ellos mismos hieren al defender sus poblados.

Veterinarios de la reserva de Masai Mara atienden a uno de los elefantes heridos./ Samer Alasaad
Un estudio internacional en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado de manera estadística la relación entre los elefantes de la reserva de Masai Mara (Kenia) y las tribus masái residentes en las zonas colindantes. Según este trabajo, publicado en la revista PLOS ONE, a pesar de los enfrentamientos que pueden surgir por la entrada de los animales en los campamentos y zonas de cultivo, los masái avisan al servicio veterinario de la reserva cuando un animal resulta herido durante el choque.
La reserva de Masai Mara, en el sur de Kenia y limítrofe con el Parque Nacional del Serengueti de Tanzania, posee una concurrida vida salvaje en la que destacan grandes mamíferos como el elefante africano, el león, el leopardo, el búfalo africano, el rinoceronte negro, el ñu y varias especies de antílope. Dispersos en los territorios colindantes, residen tribus masái, cuya subsistencia se basa en el pastoreo de ganado y la agricultura, que comparten con los animales salvajes de la reserva los pastos y los recursos acuíferos.
“Se trata de un conflicto complejo en el que podemos distinguir dos vertientes. Por un lado, los elefantes atacan a los masai, matándolos o hiriéndolos, y destruyen sus cultivos. Y por el otro, los masai atacan a los elefantes para expulsarlos de sus campos o como venganza por un ataque previo de los elefantes”, explica el investigador del CSIC Samer Alasaad, de la Estación Biológica de Doñana.
Vecinos que se atacan y se ayudan.
“Existe una estrecha interacción entre las tribus y la fauna salvaje y durante los últimos años se ha producido un aumento de los conflictos entre humanos y elefantes. Cuando estos animales se adentran en los campamentos y los cultivos de los masai, estos responden ahuyentándolos con armas tradicionales, como flechas y lanzas, que pueden provocar heridas a los elefantes. Estas lesiones pueden ser graves si no se tratan y pueden dejar tullido al animal o provocarle la muerte. Sin embargo, cuando se produce un episodio de este tipo son también los masai los que avisan a las autoridades para que atiendan las heridas de los elefantes”, añade el investigador.
Según el estudio, casi la mitad de las atenciones veterinarias a elefantes heridos en la reserva ha sido posible gracias a las alertas de las tribus. El otro 50% se corresponde con los avistamientos realizados por las patrullas de conservación de Masai Mara. 
Durante cuatro años, Alasaad y el resto del equipo de investigadores contabilizaron estos conflictos para descubrir cuáles eran los principales factores de riesgo. Del análisis estadístico, que comparó la distribución de los elefantes que fueron atacados y los que no, resultó que la cercanía de los animales a los cultivos y a las carreteras eran los principales elementos que predisponían a los enfrentamientos. Según el investigador, “el miedo a la destrucción de los cultivos y la facilidad de acercamiento de las carreteras podrían encontrarse en el origen de este comportamiento”.
Por otro lado, la proximidad de los campamentos y de los ríos no supone, según el estudio, factores de riesgo. “Esto podría deberse a que los nativos no ven a los elefantes como una amenaza para su vida, ya que estos animales sólo suelen atacar para defenderse y cuando se topan con algún humano mientras se comen los cultivos”, apunta Alasaad. En el caso de los ríos, la abundancia de recursos acuíferos en la región ocupada por la reserva evitaría la competencia por el acceso a ellos.
Vía: CSIC

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