Recreación antigua de Sevilla. |
Por José Antonio Cabezas Vigara
Paseo por Sevilla y percibo que hay
calles, incluso barrios, que no han cambiado mucho en su forma desde antiguo.
Se me ocurre imaginar que las ciudades
históricas son como palimpsestos, es decir, como antiguos manuscritos que conservan
la huella de una escritura anterior, pero que se borran artificialmente para
reutilizar su soporte. Pienso que el casco antiguo de Sevilla es como uno de
esos pergaminos que se reutiliza, una y otra vez, pero que siempre conserva la esencia
de las culturas que le precedieron.
En la actualidad no conocemos demasiados detalles del antiguo urbanismo de la Hispalis romana. Sólo se asoman al presente algunos restos difusos, como los que se muestran en la plaza de la Encarnación o en el Patio de Banderas. No obstante, en mi opinión, hay dos ítems que marcan el devenir del urbanismo medieval sevillano. Se trata del trazado del perímetro amurallado, que abrazaba un núcleo escasamente hipodámico, y la ubicación de los dos foros, que articulaban las calles de la ciudad. El “foro imperial”, que se ubicaba en la zona de la actual plaza del Salvador, y el “foro portuario”, en la plaza Virgen de los Reyes.
En tiempo de al-Ándalus, se comienza a conformar
la nueva estructura de la madina
sevillana. En el solar del antiguo “foro imperial”, en época emiral, se construye la mezquita aljama de Ibn
Adabbas y, por tanto, se mantiene como centro articulador de la vida de la
ciudad. Más tarde, para evitar insurrecciones durante el gobierno de Abd
al-Rahman III, se demuele parte de la muralla de la ciudad y se fortalece el Dar al-Imara, la Casa del Gobernador.
Con la dinastía de los ‘abbadíes, en el
siglo XI, el Dar al-Imara es integrado
en la estructura urbana y ampliado con la construcción
del Qasr al-Mubarak o Alcázar
Bendito. Asimismo, en los años que siguen, las defensas de la ciudad son ampliadas y fortalecidas con los
muros de tapial, los torreones cuadrados y las puertas de acceso acodado
que, en cierta medida, hoy se pueden contemplar.
Sevilla
pasa a ser la capital de al-Ándalus en época almohade.
Bajo el mandato de Abú Yaqub Yusuf se inicia un vasto programa urbanístico del
que cabe destacar la reconstrucción de la
muralla y del alcázar, la creación del puente de barcas sobre el río Guadalquivir,
la recuperación del acueducto romano de los Caños de Carmona, la planificación de
la nueva Alcaicería, y la construcción
de la nueva mezquita alhama y su alminar (la Giralda) en el solar de la actual
catedral gótica. Además, se urbaniza parte de los solares baldíos de intramuros
con la creación de barrios como el actual de San Vicente.
En
1248 los cristianos conquistan Sevilla y continúan,
en cierta medida, con el proceso urbanístico
almohade. Con el tiempo se derriban adarves, se abren nuevas plazas y se
cambian mezquitas por iglesias, pero siempre manteniendo la huella en el palimpsesto
de la Sevilla histórica que es.
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