Poco después de la extinción de los
dinosaurios no voladores, tras el periodo Cretácico superior hace 66 millones
de años, un pequeño mamífero con aspecto de roedor, cola peluda y devorador de
insectos, comenzó a desarrollarse. Era el primer ancestro de mamífero
placentario, el descendiente más lejano de los roedores, los monos, las
ballenas e incluso de los seres humanos.
Un equipo internacional de
científicos publica en la revista 'Science' este descubrimiento que
refuta, o al menos cuestiona la teoría de que los mamíferos se diversificaron
justo después de la extinción de los dinosaurios creando los órdenes de
mamíferos que existen actualmente. Esta pequeña criatura prueba que los
placentarios no se desarrollaron durante el Mesozoico, la era de los
dinosaurios, sino poco después de su extinción. Y que esta criatura es un
ancestro común que comenzó con esa diversificación.
"Especies como los roedores y
los primates no convivieron con dinosaurios no voladores", afirma Maureen
O'Leary, del Departamento de Ciencias Anatómicas de la Universidad Stony Brook,
"pero sí descendieron de un ancestro común después de la
desaparición de éstos". Esto es, entre 300.000 y 400.000 años después.
Características comunes.
El equipo de investigación ha
reconstruido la anatomía de este ancestro gracias a fósiles de diversos
placentarios, que compararon con la información genética de mamíferos que aún
viven. Este método ha permitido a los investigadores determinar qué cualidades
y rasgos aparecieron primero y cuáles se mantuvieron intactos y
compartieron ancestros más lejanos.
Descubrieron que este mamífero tenía
características tales como unútero con dos trompas, un complejo córtex
cerebral y una placenta similar a la humana, en la que la sangre materna se
comunicaba con las membranas que rodean al feto. Estiman, además, que su peso
estaba entre los 6 y los 245 gramos.
Una vez recopilados los datos, los
investigadores crearon un árbol familiar, filogenético, en el que muestran las relaciones
evolutivas de los mamíferos desde el Triásico -hace unos 250 millones de años-
hasta la actualidad. El buen estado de los fósiles influyó notablemente en
la exactitud del estudio. "El registro que tenemos de mamíferos está
repleto de fósiles muy bien conservados, y no queríamos construir un árbol sin
utilizar esa evidencia directa que aportan".
Entre esos restos se encuentra el
fósil de una pequeña criatura del final del periodo Cretácico, descubierto en
1994 en un extraordinario buen estado. En su pelvis se observaron
huesos epipúbicos, característicos de los marsupiales. Estos terios, una
subclase de mamíferos, son placentarios (retienen a sus crías en el útero y las
alimentan a través de la placenta), lo que demuestra la presencia de estos
animales durante la etapa final de la era de los dinosaurios.
Asombrosa diversidad.
La evolución de estas especies
siempre ha estado registrada en el Cretácico Superior. Se cree que
sobrevivieron esta etapa y la extinción de los dinosaurios no voladores en el
paso del Cretácico al Terciario (hoy llamado Paleógeno), o límite K/T. Sin
embargo, otras teorías, entre las que se encuentra ésta nueva investigación,
afirman que, o bien se desarrollaron cerca de la extinción de los
dinosaurios, o bien poco después de ella.
Existen alrededor de 5.100
mamíferos placentarios, y presentan una asombrosa diversidad. Varían
sustancialmente tanto en tamaño y habilidades locomotoras como en
comportamiento o anatomía. "Teniendo en cuenta toda esta diversidad, es
verdaderamente interesante saber cuándo y cómo éste clado (cada una de las ramas
del árbol de la evolución de una especie) comenzó por primera vez y se
diversificó", afirma Nancy Simmons, autora del estudio y conservadora del
Departamento de Mamíferos del Museo Americano de Historia Natural.
Vía: El Mundo
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