José Antonio Cabezas Vigara
En la actualidad vivimos en una sociedad en la que prima el uso de la razón sobre la emoción, hasta tal punto que se puede afirmar que la Ciencia es la gran religión del mundo desarrollado. Pero ¿siempre ha predominado la razón en la mentalidad humana? La respuesta es que no, al contrario, en la mayor parte de la existencia humana han predominado otras formas de pensamiento asentadas en la emoción. Tanto el cerebro como sus pensamientos han ido cambiando desde los tiempos prehistóricos hasta el presente. Cuando la Historia, u otras disciplinas auxiliares como la Arqueología, afronta el análisis de alguna sociedad del pasado se debe contemplar no sólo el estudio clásico de los textos o de los restos materiales que nos llegan, sino que también se debe atender a otras disciplinas, como la neurociencia, para poder determinar bajo qué mentalidad predominante se producían esos escritos o esos restos arqueológicos que se van a analizar.
Vamos a partir de la base de que todos los pensamientos que producimos provienen del cerebro, pero ¿cómo se puede definir a este órgano? El cerebro humano, en pocas palabras, es un órgano muy complejo del sistema nervioso que, durante millones de años, se ha ido transformando constantemente. En su evolución, el cerebro se ha formado desde abajo hacia arriba y así, grosso modo, se comprueba que las regiones superiores son más modernas que las inferiores, y que las unas derivan de las otras. El proceso se explica siguiendo un esquema sencillo. El tallo encefálico se encuentra en la parte superior de la médula espinal, forma la región más primitiva del cerebro y, por tanto, es el encargado de regular las funciones vitales básicas del cuerpo como, por ejemplo, la respiración. Con el tiempo, el tallo encefálico fue recubierto por el sistema límbico (o cerebro emocional), que pasó a ser el centro neural encargado de agregar las emociones a las posibles respuestas del cerebro. Su evolución en el tiempo desarrolló en el hombre las cualidades del aprendizaje y de la memoria. Finalmente, se terminó generando en capas superiores el neocórtex (o cerebro racional) que aportaría la lógica a los pensamientos de los individuos.
Con todo, tomando como referencia a especialistas como Goleman o Rubia, se puede afirmar que los seres humanos tenemos fundamentalmente dos cerebros, uno que siente y otro que razona, y que ambos interactúan para construir nuestra mentalidad. Sin embargo, ¿cómo se relaciona el cerebro emocional con el cerebro racional? Como hemos visto, el cerebro emocional es más antiguo que el racional y, asimismo, el segundo es una derivación del primero. La relación que mantienen es evidente, ya que al proceder el uno del otro están en constante interacción. El cerebro emocional produce las emociones y el racional las procesa y las asienta en el pensamiento. Al mismo tiempo, la parte racional es la que reflexiona sobre los sentimientos que emite la parte emocional y permite, por tanto, tener ciertas impresiones fundamentadas sobre las imágenes, los símbolos o las ideas que se perciben. Nos permite, en definitiva, tener sentimientos sobre nuestros propios sentimientos.
Una vez comprendida la estructura del cerebro y cómo influye en una mentalidad más emocional o racional, en la segunda parte de este artículo se analizará cómo se pueden aplicar estos conocimientos a la Historia y a sus disciplinas auxiliares.
Extraído de Qué aprendemos hoy
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