La Delegación Provincial remite una orden a la Autoridad Portuaria de Cádiz con las condiciones y el espacio clausurado.
La obra de ampliación del puerto de Cádiz se frenan y no, precisamente, por problemas de financiación. La aparición de restos arqueológicos en el fondo marino ha condicionado los trabajos que se desarrollan desde primeros de este año en las inmediaciones del dique de Levante y pone en una situación delicada el cumplimiento del plan de trabajo diseñado por las dos constructoras adjudicatarias del proyecto: Acciona infraestructuras y FCC.
El primer hallazgo tuvo lugar a mediados de febrero cuando se encontraron varias monedas y tres lingotes de plata. Sin embargo, lo que parecían restos aislados del comercio marítimo que mantuvo la ciudad con el nuevo continente se convirtió días más tarde en un yacimiento cuya importancia evalúa en estos momentos el Centro Andaluz de Arqueología Subacuática.
Los buzos descubrieron que en el fondo, a unos doce metros de profundidad, hay un barco hundido. El pecio tiene 25 metros de eslora y siete de manga. Los expertos creen que podría ser del siglo XVIII, por las piezas halladas y su estructura, aunque no se ha podido determinar todavía su envergadura. Sin embargo, este descubrimiento se complementó con otro a mediados de marzo.
Las hipótesis que barajan los arqueólogos es que ambos barcos, aún sin fechar, sirvieron para el comercio entre Cádiz y el nuevo continente. El centro de Arqueología Subacuática, que se encuentra en el antiguo balneario de La Palma, en la playa de la Caleta, dependiente de la Consejería de Cultura, trabaja en coordinación con la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, que ha delegado las excavaciones arqueológicas en la empresa Tanit, contratada en el proyecto de ampliación del puerto. La aparición de estos restos obligó a acotar unos 200 metros de largo por 70 de ancho. Además, la Guardia Civil se encarga de las labores de vigilancia para evitar expolios.
La Delegación Provincial de Cultura ha optado finalmente por paralizar las obras en la zona afectada por el hallazgo y cursó una orden la pasada semana a la Autoridad Portuaria para frenar el dragado que se lleva a cabo en las inmediaciones de la zona.
Cultura ha aclarado que la obra en su conjunto no está paralizada, pero sí en el espacio delimitado por los técnicos y afectado por el hallazgo. No obstante, ingenieros consultados por este periódico reconocen que una orden de estas características, aunque se refiera a un espacio concreto, termina por afectar al conjunto de los trabajos.
La construcción de la nueva terminal de contenedores en el extremo del puerto gaditano acaba de toparse con un hueso duro de roer. El pasado septiembre, la Autoridad Portuaria adjudicó la obra a la UTE fomada por Acciona y FCC por 91 millones de euros de inversión.
La nueva terminal ocupará 22 hectáreas, con una longitud de muelle de 590 metros y un calado de 16 metros. El compomiso es de culminar el proyecto en en tres años y medio, es decir, a mediados de 2015. La oferta que ganó el concurso público combina los sistemas constructivos de escollera, cajones y bloques de hormigón e incluye además el dragado de las zonas colindantes para facilitar la maniobra de los buques, así como el calado. Los restos han salido a la luz justo cuando las máquinas se encontraban dragando el fondo afectado por el relleno de la nueva terminal.
En 2008 ya se hicieron las primeras prospecciones arqueológicas en el fondo marino donde se abrirá la nueva terminal, sin embargo, entonces no afloró ni el menor resto. El movimiento llevado a cabo ahora por la draga, más profundo que el de hace cuatro años, ha servido para desenterrar el tesoro histórico que hay escondido en las profundidades. En caso de confirmarse la importancia histórica de los halllazgos, estos lugares pasarían a ser declarados Bien de Interés Cultural (BIC) con la tipología de zona arquieológica.
No cabe duda de que estos hallazgos condicionan el avance de la nueva terminal de contenedores, una obra definida por la Autoridad Portuaria conmo fundamental para aumentar las posibilidades de negocio del puerto gaditano.
El objetivo de la obra no es otro que trasladar la terminal de contendores que se encuentra ubicada en estos momentos en el muelle Reina Sofía al extremo del puerto. Para ello es necesario comer al mar 22 hectáreas.
El gran proyecto portuario.
La obra en cuestión forma parte de un ambiciosos proyecto de infraestructura portuaria que se hara por fases. Esta primera permitirá el traslado del actual tráfico de contendores a unas instalaciones habilitadas con mayores equipamientos y servcios en una zona que eviota el tráfico pesado por la ciudad, ya que los camiones de carga y descarga utilizarán el suelo del astillero de Cádiz para llegar a la terminal.
Además, el calado del nuevo muelle, con una profundidad de 16 metros, facilitará el atraque de barcos de garndes dimensiones, que hasta ahora no podían acceder al muelle de contendores porque su calado es de 10,5 metros. La nueva terminal se denomiará muelle de 1812. La Autoridad Portuaria es consciente de que la aparición de los restos condiciona la obra, pero confía en que se cumplan los plazos recogidos en el proyecto de adjudicación.
Extraído de La voz digital
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