Más de 4.000 bloques de piedra se acumulan en lo que fue el antiguo templo funerario de Tutmosis III, un monarca de la XVIII dinastía que murió hace 3.434 años. Son las piezas de un puzzle sacado a la luz por el equipo que dirige la joven arqueóloga sevillana Myriam Seco, una de las dos españolas -la otra es Carmen Pérez Die, en la Heracléopolis Magna- a cargo de una excavación en tierras egipcias.
«Es un reto muy importante porque estamos encontrando mucho material que dará información nueva sobre este importante rey. El objetivo es que un día pueda enseñarse al público que viene a visitar Luxor, y que resurja un nuevo templo que estaba en el olvido», señala Seco, durante una visita a España.
Tutmosis III fue uno de los monarcas más importantes de la civilización faraónica. Su madrastra, Hatshepsut, ejerció de regente hasta que tuvo edad suficiente de reinar y expandir el imperio egipcio a lejanas tierras. En sus 34 años de reinado Egipto llegó hasta el río Eufrates, al norte de Siria. Fue enterrado en lo más alto del Valle de los Reyes en la tumba denominada KV34, que se descubrió en 1898.
El templo funerario, al que su pueblo le llevaría las ofrendas, sería hallado pocos años después, en 1905, a poca distancia en Luxor, pero los arqueólogos de la época pronto perdieron interés. Un segundo intento de revelar sus secretos tendría lugar en 1934. Seco recuerda que durante un año trabajó allí un arquitecto que hizo la planta del edificio, «pero dejó muchos aspectos arqueológicos pendientes».
El yacimiento se abandonó durante 70 años, hasta que, el pasado otoño, Myriam aterrizó con su equipo de más de 100 personas en el templo derruido y aquello empezó a tomar forma.
Proyecto de reconstrucción.
«El muro exterior que rodea el templo está entero. En la primera campaña hemos encontrado más de 4.000 bloques que habrá que recolocar porque quiero reconstruir parte del templo. También hemos hallado relieves de sorprendente calidad y pinturas en un excelente estado de conservación. Uno de los pilones [entrada monumental] está entera y hay otros bajo unas casas que se van a desalojar. Tiene la misma estructura que el templo de Hastshepsut. Bajo la carretera que va al Valle de los Reyes está el patio».
En esta sucinta descripción de sus hallazgos, Myriam Seco deja traslucir la mezcla de emoción y agotamiento que supone cada campaña en el desierto. «Creo que en 10 años su estética será muy distinta». De momento, ella cuenta con la ayuda financiera de CEPSA para tres años.
La arqueóloga sevillana no es nueva en Egipto, ni en Oriente Próximo. Llegó en 1996 con un equipo de la Universidad de Tübingen (Alemania), donde había estado investigando y regresó dos años después para dedicarse a la arqueología submarina en la bahía de Alejandría, a las órdenes de Jean-Yves Empereur. Ya nunca más ha dejado esta zona del planeta, donde ha ido compaginando su trabajo submarino y terrestre hasta hoy.
Hace dos años, en 2006, inició la dirección de su propio proyecto, el rescate un pecio de hace dos milenios que iba cargado de estatuas de terracota y se hundió frente a las costas de Líbano, a 4,5 kilómetros de Tiro. En este caso la ayuda económica llegó de Cajasol. De momento lleva tres campañas, y no quiere dejarlo, pese a Tutmosis.
Colaboración multinacional.
«Han sido años de trámites para lograr la concesión de excavar en el templo, es muy complicado y lo conseguí porque me conocían y gracias al apoyo de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, que figura como titular del proyecto, al responsable del Consejo Supremo de Antigüedades Egipcio, Zahi Hawas, y a la embajada española. Es una suerte porque aquí siempre se encuentra algo interesante».
Y eso, asegura, es inolvidable. Lo que se lleva el tiempo es la dureza del trabajo: «Es cansado trabajar a 50ºC o los madrugones, pero siempre me atrajo reconstruir cosas, desvelar la historia de los restos me apasiona, es un impulso interior», confiesa Myrian Seco, poco antes de partir de nuevo a Egipto, ahora para participar con un equipo alemán en la excavación del templo de Amenofis III.
También sus colaboradores son multinacionales. Entre los doce especialistas (arqueólogos, filólogos, dibujante, epigrafista, etcétera) hay españoles, egipcios, libaneses, japoneses y alemanes. A ellos se suman más de 100 obreros no cualificados, que contrata en la zona.
Myriam Seco no es la única española en Egipto. Además de Carmen Pérez Die, una concesión española desde 1966, otros cuatro españoles están dirigiendo trabajos en el país: José Manuel Galán (en el proyecto Dyehuty), Luis Manuel Gonzálvez y Josep Prado i Parcerisa. En marzo, en el Museo de El Cairo, está previsto que se inaugure una exposición sobre los 150 años de hallazgos de los egiptólogos españoles.
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Extraído de El Mundo
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