Las raíces de una tradición comercial
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Hablar del Black Friday es viajar en el tiempo y explorar no sólo las raíces de una tradición comercial, sino también el desarrollo de un fenómeno cultural que combina consumismo y celebración. Aunque hoy evoca imágenes de tiendas abarrotadas, largas colas y ofertas irresistibles, sus orígenes históricos están anclados en la convergencia de sucesos económicos, sociales y culturales que marcaron profundamente a los Estados Unidos y, asimismo, al resto del mundo.
De las crisis a las multitudes: el nacimiento del término
El término "Black Friday" se popularizó en Filadelfia durante los años 50 del siglo XX, pero su historia comienza antes, entre los ecos de crisis financieras y el auge del capitalismo moderno. La primera vez que se utilizó "viernes negro" fue en 1869, en referencia a un colapso financiero ocurrido en Estados Unidos. Dos especuladores, Jay Gould y James Fisk, intentaron acaparar el mercado del oro, lo que provocó un pánico financiero cuando sus maniobras fueron descubiertas. Aunque aquel episodio no tenía nada que ver con el consumo, marcó el inicio del uso de esta expresión para designar a los acontecimientos de caos económico.
Sin embargo, fue Filadelfia donde se le dio el giro que conocemos hoy. Durante los años 50 y 60, la policía local comenzó a usar "Black Friday" para describir el caos que se desataba el día después de Acción de Gracias. La ciudad, inundada por turistas que acudían al gran desfile anual y a los partidos de fútbol americano, experimentaba embotellamientos masivos y un aumento significativo de pequeños delitos, como robos en tiendas abarrotadas. Los agentes, agotados por las largas horas de trabajo y el desorden, adoptaron el término con un tono sarcástico.
De pérdidas a ganancias: el giro comercial
El significado sombrío del "Black Friday" cambió en las décadas siguientes gracias a un hábil movimiento del sector comercial. Durante los años 80, los comerciantes decidieron resignificar el término para vincularlo con prosperidad económica. La narrativa giró en torno a la idea de que las tiendas pasaban de números "rojos" (pérdidas) a "negros" (ganancias) gracias al volumen de ventas registrado el día posterior a Acción de Gracias. Fue una maniobra exitosa: el "Black Friday" se transformó en un símbolo de consumo desenfrenado, inaugurando oficialmente la temporada navideña en los Estados Unidos.
El cambio no fue casual, sino que respondía a un contexto histórico en el que el consumo masivo estaba consolidándose como un pilar de la economía estadounidense. Tras la Segunda Guerra Mundial, con una clase media en expansión y la creciente influencia de la publicidad, las grandes tiendas vieron en el día después de Acción de Gracias una oportunidad para incentivar las compras anticipadas de Navidad. Lo que había comenzado como un problema logístico para Filadelfia se convirtió en un motor del capitalismo moderno.
La globalización del Black Friday
En las últimas décadas, el Black Friday ha trascendido sus fronteras originales y se ha consolidado como un fenómeno global. Pero este proceso no ha sido uniforme ni automático. Su expansión responde al avance del comercio electrónico, liderado por gigantes como Amazon, que utilizaron el evento para atraer a los compradores de los mercados internacionales. Paralelamente, muchos países han adaptado la tradición a sus contextos locales y le han dado matices propios.
Por ejemplo, en España, el Black Friday ha comenzado a arraigar en esta última década, coincidiendo con la liberalización de los periodos de rebajas y el auge de las compras online. Aquí, el acontecimiento ha tomado un carácter híbrido, ya que ha combinado las ofertas físicas con las digitales, y se ha extendido incluso a sectores como la cultura, el turismo o la tecnología. En América Latina, países como México han adoptado su propia versión, como el "Buen Fin", diseñado para estimular la economía nacional.
Contradicciones y reflexiones culturales
El Black Friday, aunque es celebrado por muchos, también se enfrenta a grandes críticas. Activistas y expertos señalan las implicaciones sociales y ambientales de este fenómeno. Por un lado, fomenta un consumo excesivo que puede llevar a endeudamientos innecesarios y generar muchas más desechos de los necesarios. Por otro lado, simboliza las desigualdades del sistema económico global, donde los trabajadores del comercio y la logística a menudo soportan condiciones laborales extenuantes para satisfacer la creciente demanda.
Sin embargo, no se puede ignorar su dimensión cultural. El Black Friday no es sólo un día de compras, sino también un reflejo de los valores y tensiones de nuestras sociedades contemporáneas. Como fenómeno, es testigo de cómo el comercio moldea nuestras costumbres, y se adapta y transforma para responder a las complejidades del mundo moderno.
El Black Friday, en conclusión, tiene raíces que se extienden más allá de los escaparates iluminados y las ofertas de último minuto. Es un testimonio del ingenio humano, de nuestra capacidad para convertir desafíos en oportunidades, pero también una invitación a reflexionar sobre el impacto de nuestras decisiones de consumo en el tejido social y en el planeta que compartimos.
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