En la costa norte de Perú, las ruinas de Chan
Chan, la capital del reino chimú, han fascinado a los investigadores desde que
Tschudi las estudiara en 1841.
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La ciudadela Nik An está situada en el centro del complejo arqueológico de Chan Chan, entre las ciudadelas Chayhuac y Chol An. GEORG GERSTER / AGE FOTOSTOCK
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Carme Mayans. Historiadora.
En el año
1838, el naturalista y lingüista suizo Jacob von Tschudi llegó a Perú. Tschudi estaba
fascinado por las antiguas culturas peruanas, y durante su estancia en el país
andino, que se prolongó cinco años, conoció a uno de sus arqueólogos más
reputados y famosos: Mariano Eduardo de Rivero, fundador del Museo Nacional de
Antropología, Arqueología e Historia del Perú, a quien ofreció su colaboración.
En 1841, Tschudi y Rivero viajaron por todo el país investigando las ruinas de ciudades perdidas, tanto en los Andes como en la costa norte del Pacífico. Al término de su viaje recogieron los resultados de sus investigaciones en un libro titulado Antigüedades peruanas, que se publicó en Viena en 1851. En su prólogo, ambos estudiosos dan cuenta de lo penoso de su trabajo de campo durante todos estos años: «Muchos fueron los obstáculos […] los diversos climas, malos e intransitables caminos, peligros que vencer al visitar sitios abandonados, la falta absoluta de un itinerario o guías que nos indicasen las antigüedades dignas de observarse; pero nada pudo arredrarnos para persistir en nuestro intento».
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